miércoles, 21 de mayo de 2014

Lo que esconde un malpaís

Malpaís de Güimar desde el Rosario
Existe un lugar en nuestra isla raro, frágil, vulnerable, aislado. Tan rodeado de piche que destila ese extraño halo de dignidad que posee el soldado rendido y entregado a la muerte.

El bello lugar del que te voy a hablar está confinado entre la Autopista del Sur, el Polígono Industrial de Güimar, el núcleo costero del Puertito y una costa rencorosa que devuelve a la orilla toda la basura que recibe. Es la Reserva Natural Especial del Malpaís de Güimar.

Este reducto de biodiversidad, maltratado históricamente por la falta de gestión ambiental, sin conectividad ecológica con el resto de entornos naturales, es uno de los pocos ejemplos de ecosistema costero que aún se conserva intacto en Tenerife.

Lechuga de mar

Seco, caluroso, ventoso. A través de sus senderos descubres un lugar inhóspito para las personas, donde el salitre traído por las olas se pega en tu cara dejándote con ese sabor tan triste que tienes después de llorar.

Hace aproximadamente 10.000 años el suelo de este lugar también lloró. Se abrió una fisura que derramó coladas de lava que llegaron hasta el mar. Fue un fenómeno relativamente reciente en términos geológicos, si tenemos en cuenta que la isla tiene una antigüedad de varios millones de años o que hace 200.000 empezó a formarse el Teide.

Tabaibal-Cardonal

A este episodio efusivo relativamente tranquilo le siguió una actividad explosiva más movidita con el lanzamiento de piroclastos: bombas volcánicas de varios metros de diámetro disparadas al aire entre picón incandescente que por acumulación acabaron formando el cono de Montaña Grande.

Este volcán de 276 metros de altitud y un diámetro de 360 metros domina el paisaje del malpaís y el del propio Valle de Güimar. Sin embargo, cuando uno anda por estos suelos volcánicos descubre otros elementos a la sombra del gran volcán.

Montaña Grande

Por ejemplo, las coladas de lava que ahora forman el malpaís no llegaron a sepultar algunos elementos de mayor antigüedad como las Morras del Corcho o la Montaña de la Mar. Las primeras son unos pequeños conos situados al sur de Montaña Grande en cuyas inmediaciones existe un hábitat arenoso formado por la acumulación de arenas de la playa del Socorro que el viento ha ido transportando hacia el interior durante miles de años.

La Montaña de la Mar está prácticamente desmantelada por la acción erosiva del oleaje, y sus apenas 27 metros de altura hacen que pase desapercibida entre el malpaís.

Montaña de la Mar

Los tubos volcánicos también son un elemento esquivo que el visitante suele ignorar, aún cuando puede estar justo encima de uno. Sólo se dejan ver cuando se rompe el techo de alguno y se vislumbra el oscuro túnel o jameo. Cueva Honda, con sus 100 metros de longitud y bóvedas que en algunos tramos sobrepasan los 5 metros de altura, es la más conocida y espectacular de estas estructuras.

Tubo volcánico

Aunque casi no llueve en el malpaís, la vegetación se mantiene sana y colorida, sobre todo en la línea de costa ya que las plantas que allí viven son capaces de asimilar el agua salada que llega con la brisa marina. Entre esta comunidad halófila destacan la lechuga de mar, el salado o la uva de mar. Son carnosas por acumular agua y de poca altura para soportar mejor el azote del viento.

Comunidad halófila

Entre las rocas suelen buscar alimento aves costeras como el zarapito trinador o el vuelvepiedras. Algunas son aves nidificantes en las islas, pero muchas otras están de parada técnica en sus grandes migraciones entre continentes.

Archibebe común, ave limícola

Más hacia el interior del malpaís, en dirección a Montaña Grande, la brisa y el oleaje dan una tregua al caminante que empieza a disfrutar de una de las comunidades de tabaibal-cardonal mejor conservadas de la isla. En este hábitat que parece congelar al tiempo, el silencio apenas es perturbado por el alborotado andar de un tizón o el chillido de un modesto cernícalo.



En esta dura tierra la biodiversidad es rica y austera a la vez. Algunos arbustos como el cornical o el balo intentan prosperar en este árido suelo. El bisbita caminero se ahorra el acalorado vuelo yendo por el suelo siempre que puede. Para la gran mayoría de la fauna del malpaís, los únicos momentos de actividad se firman al amanecer y al atardecer, donde el búho chico reina y las musarañas y erizos morunos tratan de no hacer ruido.

Bisbita caminero

Antes de ser un espacio natural protegido, el malpaís era una gran fuente de recursos para el ser humano. Todavía se distinguen los restos de bancales, tajeas y pozos que se dedicaban a la agricultura; las canteras de las que se extraía picón para la construcción; salinas abandonadas y goros donde los pastores pasaban la noche.

salinas abandonadas

Esta presión humana ha disminuido desde hace unas décadas. Ahora es un espacio dedicado principalmente al senderismo y a la divulgación de la naturaleza, compartido también por pescadores, surfistas y cazadores durante algunas épocas del año. Un lugar donde se disfruta de la naturaleza hasta el punto de reconocerte en ella.

Balo

Por desgracia, aunque muchas de las amenazas que hacían peligrar la viabilidad del malpaís han desaparecido, otras han cogido el relevo. Gran parte de los charcos de la costa están llenos de basura y bolas de piche que trae la marea. Estos residuos se suman a los que dejan voluntariamente algunos campistas, pescadores, cazadores y participantes de la Romería del Socorro.

Tajea abandonada

Esta Romería, la más antigua de Tenerife, transcurre por el borde del malpaís, y aunque teóricamente no debería perjudicarlo, cada año son miles de jóvenes los que se salen del recorrido y suben al cono de Montaña Grande para luego bajar corriendo. Esta actividad erosiona el suelo y destruye la vegetación dejando marcas visibles en la distancia.

Las especies exóticas invasoras también son un peligro para la biodiversidad autóctona. Animales como el conejo y plantas como la tunera, la pitera y el hediondo alteran los equilibrios que se desarrollan en las comunidades del malpaís.

Uva de mar

La futura ampliación del Polígono Industrial de Güimar que pretende afectar a parte del malpaís, llegando hasta los límites de la Reserva, supondría una barrera a la entrada de arena que proviene del Socorro, con la consiguiente desaparición del micro hábitat arenoso que existe dentro del malpaís.

Suelos arenosos interiores
El marisqueo indiscriminado (coger lapas y arrasar con todo lo que se mueva) está acabando con la única fuente de alimento de las aves que cité anteriormente.

Muchos son los retos que tiene este maravilloso enclave, los cuales tratan de afrontarse a través de un Plan Director que regula los usos públicos, las prohibiciones, las labores de limpieza, de investigación, de recuperación de especies, etc. Pero por muchas normas o leyes que quieran proteger al malpaís, no son nada si no existe concienciación ciudadana.

Carabela portuguesa arrastrada por la marea

Y hasta donde yo sé la conciencia se consigue a través del conocimiento. Vente un día al Puertito de Güimar. Da igual dónde aparques el coche o te deje la guagua, tú vete hacia el mar y sigue la línea de costa por la izquierda. Conocerás un lugar interesante. Donde el picón, la lavanda y el salitre te recordarán en todo momento que no estás perdida. Que estás en casa.

Todas las fotos las he sacado con mi Canon  EOS 1100D

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