La red está inundada por posiciones antitransgénicas |
Este es el
primero de una serie de artículos que abordarán un tema polémico donde los
haya, el de los organismos modificados genéticamente (OMG´s), más conocidos
como transgénicos. La mayoría de las informaciones disponibles sobre el tema
son abiertamente contrarias a los mismos, hecho que no considero un problema.
Sin embargo, me preocupa la poca rigurosidad científica con la que se suele
abordar el tema, prefiriendo discursos
tecnofóbicos y clichés casi nunca
contrastados a citas bibliográficas o a
los estudios con mayor respaldo de la comunidad científica. Sin considerarme un defensor de los
transgénicos (no estoy a sueldo de Monsanto, actualmente cobro la prestación
por desempleo), repasaré el tema de la forma más objetiva que pueda, usando en
la medida de lo posible las conclusiones de informes independientes y dignos de
crédito de organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), el Consejo Internacional de Uniones
Científicas y estudios científicos publicados en revistas de gran impacto.
Como sabrás, es
en el sector de la agricultura donde más se ha desarrollado esta tecnología,
por lo que centraré mi análisis en los cultivos transgénicos, dejando de lado a
los animales y medicamentos obtenidos por ingeniería genética.
En este
artículo hablaré sobre la agricultura en general y su relación con la
tecnología. Trataré nociones básicas de genética para que entiendas los
mecanismos de la biotecnología y de su denostada hija, la ingeniería genética.
En un segundo post trataré sobre las repercusiones económicas y sociales de los cultivos transgénicos. Finalmente abordaré los efectos de los mismos sobre lasalud humana y el medio ambiente.
Empecemos.
Define el Diccionario de la RAE a la agricultura como la labranza o cultivo de
la tierra. También como el arte de cultivar la tierra.
Queda claro por
tanto que es una actividad humana, y como tal, en mayor o menor medida altera (destruye)
los ecosistemas naturales, convirtiéndolos en agroecosistemas artificiales (ya
sea una finquita ecológica en Tacoronte o una plantación de un millón de
hectáreas de árboles de caucho en Malasia).
Los orígenes de
la agricultura se remontan al Neolítico, aproximadamente hace 10.000 años,
donde de forma independiente grupos de cazadores-recolectores recogieron
plantas silvestres del medio natural para cosecharlas y recolectarlas de forma
planificada (el trigo entre el Éufrates y el Tigris, el arroz en Asia, el maíz
en América, etc.). Del mismo modo abandonaron la caza por la domesticación de
especies animales salvajes para su aprovechamiento, dando lugar a la ganadería.
Puede decirse que estos hechos establecieron un antes y un después en la relación
entre el ser humano y su medio ambiente.
¿Dónde está lo ecológico? |
Ni siquiera en
sus comienzos la agricultura tuvo un carácter “natural” o “ecológico”. Quemar
bosques, introducir gatos salvajes domesticados para controlar las poblaciones
de roedores o inundar un cultivo con el agua procedente de las crecidas de los ríos…
son actividades antiguas propias de la agricultura, pero tan artificiales como
el colacao sin grumos. Más adelante trataré de explicar por qué veo más
conveniente usar el término agricultura sostenible en lugar de agricultura
ecológica.
La agricultura
creció al lado de la tecnología (1). La RAE
define a esta como el conjunto de teorías y técnicas que permiten el
aprovechamiento práctico del conocimiento científico. Desde las primeras
civilizaciones en Oriente Medio, pasando por el antiguo Egipto y el Imperio
Romano, todas ellas introdujeron innovaciones como los útiles de labranza, el
arado tirado por bueyes, el barbecho, nuevas técnicas de abono y sofisticados
sistemas de regadío.
Arado rudimentario |
En la Edad
Media la incorporación de arados más pesados permitió un cultivo más profundo
de los suelos en el norte de Europa. Se perfeccionaron los aperos agrícolas,
como trillos, hoces y guadañas. Combinaron el barbecho con la rotación de
cultivos. Los musulmanes supieron adaptar la agricultura a las zonas áridas
mejorado la eficiencia de los sistemas de regadío.
Los avances
científicos y tecnológicos que impulsaron la segunda revolución industrial
también dejaron su impronta en el sector agrícola, dando lugar a la llamada
“agricultura científica”. Los primeros estudios científicos sobre la nutrición
de las plantas por parte del químico alemán Von Liebig (2)
le llevaron a la fabricación del primer
fertilizante nitrogenado en 1840. El uso de abonos químicos (nitratos,
fosfatos, etc.), la mecanización y los estudios científicos en edafología y la
ingeniería agrícola transformaron por enésima vez la agricultura.
Ya entrados en
el siglo XX tuvo lugar la Revolución Verde (3),
que supuso un salto cualitativo en la tecnificación de la agricultura en todo
el mundo con la aparición del tractor, la síntesis industrial de abonos, las
semillas de alto rendimiento, etc.
En
definitiva, los avances tecnológicos en agricultura consiguieron en estos
10.000 años no sólo asegurar la alimentación de millones de personas gracias al
aumento de la productividad agrícola, sino la reducción del número de personas
involucradas en la producción/procesamiento de alimentos. Esto permitió la
diversificación de las actividades profesionales para enfrentar necesidades
sociales que no estaban en principio directamente relacionadas con la
supervivencia y que han mejorado la esperanza y calidad de vida de las personas
(industria, comercio, educación, sanidad, etc.).
Imagínate
por un momento que no existiera la mecanización, ni los fertilizantes, ni los
plaguicidas. Casi toda la población tendría que estar ocupada en la
agricultura, porque comer es lo primero, ¿no? No tendrías tiempo (ni ganas) de
estar leyendo esto, ni yo de escribirlo. La industria, los servicios sociales,
existen en la medida en que la agricultura se tecnificó.
Los problemas de espalda mejoraron con el tractor |
Ahora
debo hacer un alto en el camino antes de
entrar en el tema. En el siglo XIX Charles Darwin enunció su teoría de la
evolución por selección natural (4), la cual ha
sido hasta el momento la que mejor concuerda con la realidad biológica. Aquí lo explico con más detalle, pero básicamente afirma que las especies (y los
individuos dentro de ellas) “cambian” a lo largo de las generaciones debido a
las presiones ambientales. Como el ambiente no es homogéneo en el espacio y tiempo,
las especies han ido diferenciándose hasta configurar la actual biodiversidad.
Pero
el ser humano, a pesar de ser producto de la selección natural, es una especie
que no sólo se ha adaptado fantásticamente al medio, sino que incluso lo ha
adaptado y modificado según sus intereses. En el momento en que las primeras
agricultoras (a partir de ahora en femenino, personas agricultoras) recogieron ejemplares silvestres para cultivarlos, empezaron a
aplicar una selección distinta a la
natural sobre dichas especies, de tal modo que generación tras generación
fueron seleccionando las plantas que mejor satisfacían sus necesidades. Se han
adaptado a los agroecosisetmas que el ser humano ha creado. Es lo que se conoce
como selección artificial: Sin saberlo, el ser humano llevaba haciendo uso de
la ingeniería genética desde que se cansó de ser cazador recolector.
Era evidente
que las viejas agricultoras escogían las plantas en función de las
características morfológicas y nutritivas que les interesaban, pero ¿qué pasaba en el
interior de los organismos para que unas especies fueran distintas a otras? ¿Por
qué esas diferencias entre distintos ejemplares de la misma especie?
Darwin explicó
la evolución de las especies “por fuera”, simplemente porque el conocimiento
científico de la época aún no disponía de las herramientas necesarias para encontrar
la molécula de la herencia, el famoso Ácido DesoxirriboNucleico (ADN).
Retomando las leyes de la herencia genética de Mendel (5),
los genetistas del siglo XX descubrieron que todo aquello que somos y nos
define se halla a buen recaudo codificado en las moléculas de ADN de los
núcleos de cada una de las millones de millones de células que forman nuestros
cuerpos.
Algunas
porciones del ADN, llamadas genes, tienen la información necesaria para
sintetizar proteínas. Formadas por unas unidades más pequeñas denominadas
aminoácidos, son moléculas que cumplen gran variedad de funciones en los seres
vivos: hormonales (testosterona), estructurales (queratina), defensivas
(anticuerpos), etc. En la naturaleza, salvo los casos de especies de
reproducción asexual o el de los gemelos monocigóticos en la reproducción
sexual, todos los individuos dentro de una misma especie son genómicamente
diferentes: comparten la mayoría de los genes, pero nunca serán idénticos. Esta
ligera variación dentro de las especies es la que han usado las agricultoras
históricamente, han seleccionado los ejemplares con características más
interesantes para el consumo (mayor tamaño, resistencia a plagas, semillas más
nutritivas), de tal manera que los genes causantes de esas características son
perpetuados en el tiempo de manera artificial.
El 25 de Abril
de 1953, 94 años después de la publicación de “El Origen de las Especies” de
Darwin, se publicó en Nature un escueto artículo en el que se describía la
estructura del ADN (Firmado por Watson y Crick, sin el reconocimiento a Franklin)(6). El círculo se cerró y se dio el pistoletazo
de salida para el desarrollo de la ingeniería genética, cuya aportación en
especial al campo de la medicina ha salvado la vida a millones de personas en
las últimas décadas.
Waston y Crick |
La ingeniería
genética es sólo la rama más reciente de la biotecnología. El Convenio sobre la
Diversidad Biológica de 1992 (7) define a esta
como “toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos
vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos
para usos específicos.”
Algunas
aplicaciones de la biotecnología, como la fermentación y el malteado, se han
usado durante milenios. Otras son más recientes, pero están igualmente
consolidadas. Durante decenios se han utilizado microorganismos como fábricas
vivas para la producción de antibióticos destinados a salvar vidas humanas,
entre ellos la penicilina obtenida a partir del hongo Penicillium. Los detergentes modernos se basan en enzimas
producidas por métodos biotecnológicos. La producción de muchos quesos se
consigue gracias a levaduras biotecnológicas y la insulina humana para las
diabéticas se segrega de una bacteria gracias a la biotecnología (8).
En la
agricultura, la biotecnología (9) se ha
utilizado para resolver problemas en todos los aspectos de la producción y elaboración agrícolas, incluidos el
fitomejoramiento para elevar y estabilizar el rendimiento, la mejora de la resistencia
a las plagas, animales y condiciones abióticas adversas como la sequía y el
frío, y el aumento del contenido nutricional de los alimentos.
Como dije
antes, las agricultoras han manipulado la estructura genética de las plantas
desde hace más de 10.000 años. Manejaron durante milenios el proceso de
domesticación a través de numerosos ciclos de selección de los individuos mejor
adaptados a las necesidades humanas. Esta explotación de la diversidad natural en
los organismos vegetales ha proporcionado los cultivos existentes, que a menudo
difieren radicalmente de sus antepasados silvestres.
El objetivo de
las genetistas y biotecnólogas modernas es el mismo que el de las primeras agricultoras:
Producir cultivos con las características deseadas. El mejoramiento
convencional, por selección artificial a lo largo de las generaciones, ha logrado
introducir en los cultivares características procedentes de variedades
domesticadas o silvestres afines, pero es un proceso lento y difícil, que
requiere mucho tiempo y dinero (y que tenía la limitación de cruzar solamente
especies lo suficientemente emparentadas como para producir descendientes viables).
La biotecnología puede lograr que la aplicación de métodos convencionales de
mejoramiento sea más eficaz.
Concretamente
las técnicas de recombinación del ADN, también denominadas de ingeniería
genética (10), están avanzando a pasos
agigantados. Consisten en la modificación de la estructura genética de un
organismo mediante la transferencia de ADN de otro organismo sin que exista
reproducción sexual. Los transgénicos, u organismos modificados genéticamente (OMG),
se obtienen mediante esta técnica.
En plantas, el
método al que se recurre con más frecuencia en la ingeniería genética es el que
utiliza como vector la bacteria del suelo Agrobacterium
tumefasciens (11). Los genetistas insertan
el gen o genes deseados en la bacteria y seguidamente infectan a la planta
hospedante. Los genes deseados se transmiten a ésta junto con la infección. Una
vez en el núcleo celular, estos genes foráneos dan las instrucciones para
sintetizar nuevas proteínas cuyas propiedades estábamos buscando. Este método
se utiliza principalmente con especies dicotiledóneas como el tomate y la papa.
Algunos cultivos, en particular las especies monocotiledóneas como el trigo y
el centeno, no son naturalmente susceptibles de transformación por medio de A. tumefasciens, en cuyo caso se aplica una
técnica consistente en revestir el gen
deseado con partículas de oro o tungsteno y utilizar un “lanzagenes” para
conseguir que el gen penetre a gran velocidad en el organismos hospedante.
Existen tres
formas de obtener cultivos modificados genéticamente:
·
Mediante transferencia entre organismos
distantes, en que se transfieren genes entre organismos pertenecientes a
diferentes reinos (por ejemplo, de bacterias a plantas).
·
Mediante transferencia entre organismos
cercanos, en que se transfieren genes de una especie a otra del mismo reino
(por ejemplo, de una planta a otra).
·
Mediante un “retoque”, en que se manipulan genes
ya presentes en el genoma del organismo para modificar el nivel o la modalidad
de expresión.
Una vez
transferido el gen, el cultivo debe ser sometido a una prueba para cerciorarse de que el gen se expresa
debidamente y se mantiene estable a lo largo de varias generaciones de
mejoramiento. Los resultados de esta selección previa suelen ser más
satisfactorios que los del cruzamiento convencional, porque se conoce la
naturaleza del gen, se dispone de métodos moleculares para determinar su
localización en el genoma y se evita el “efecto secundario” de la expresión de
genes no deseados.
La mayoría de
los cultivos transgénicos plantados hasta la fecha sólo incorporan un número
muy limitado de genes destinados a conferir resistencia a insectos (12) o tolerancia a herbicidas (13). Se han obtenido algunos cultivos transgénicos y algunas características de
mayor interés potencial para los países en desarrollo, pero éstos todavía no se
han distribuido comercialmente. En el siguiente artículo ahondaré en estos
aspectos.
La mejora
nutricional de los cultivos puede contribuir de manera significativa a reducir
la malnutrición por carencia de micronutrientes en los países pobres. La
aplicación conjunta de diversas biotecnologías puede impulsar en
bioenriquecimiento, es decir, la obtención de alimentos con un contenido
nutricional mejorado. El famoso arroz dorado (14)
transgénico contiene tres genes exógenos (dos del narciso y un de una bacteria)
que producen provitamina A. Se están produciendo otros alimentos
nutricionalmente mejorados, como aceites con un menor contenido de ácidos
grasos perjudiciales. Además, se están modificando alimentos que con frecuencia
producen alergias (trigo sin gluten (15), maní,
soja, arroz, etc.) para reducir su contenido de compuestos alergénicos.
La vitamina A es esencial para la vista |
Del mismo modo
están en proceso de investigación cultivos que se conservan más tiempo, otros
ricos en antioxidantes, plantas tolerantes a suelos salinos, a temperaturas
extremas, al aluminio en suelos ácidos, etc. (16).
El potencial de la ingeniería genética aplicada a la agricultura no puede ser
obviado.
En los últimos
años han aparecido muchos seguidores de lo que se denomina “agricultura
ecológica”, alegando ser una alternativa más natural y respetuosa con el medio
ambiente que la agricultura convencional. Sinceramente no sé cual es el
significado de ecológico, porque hay tantas definiciones disponibles como blogs
de agricultura ecológica. Sé que la ecología es la disciplina científica que
estudia las relaciones de los seres vivos con su hábitat (Haeckel 1869). Y que
un ecosistema está conformado por los seres vivos de un lugar determinado, las
interacciones entre ellos, el medio físico que les rodea y las interacciones
entre el medio físico y los seres vivos (flujos de materia y energía).
Haeckel |
No voy a volver
a explicar por qué creo que ningún tipo de agricultura es natural. Pero lo de
respetuosa con el medio ambiente creo que es una afirmación bastante osada,
dada la escasa literatura científica que la respalda.
Yo prefiero usar
el término agricultura sostenible (17), más
consensuado y sobre el que se ha investigado de manera rigurosa. En líneas
generales, es aquel tipo de agricultura que preserva recursos tan frágiles como el suelo y el agua,
reduce al mínimo la destrucción de los ecosistemas naturales, asegura la
producción de alimentos (18), el bienestar de las
productoras y la viabilidad de las empresas agrícolas, todo ello a largo plazo
y de manera predecible.
¡Toma ya!
¿Existe en la actualidad ese tipo de agricultura? Ni de coña, muchas
actividades agrícolas están produciendo la erosión o pérdida de suelo fértil,
la destrucción de cada vez más superficie de ecosistemas naturales, la
eutrofización de ecosistemas debido al
trasvase de fertilizantes a los acuíferos (19) y
la contaminación de ecosistemas por un uso irresponsable de plaguicidas y
herbicidas.
En el plano
socioeconómico, 870 millones de personas sufren hambre crónica en mundo, y
otros muchos millones padecen carencias de micronutrientes, forma insidiosa de
malnutrición causada por la mala calidad de la alimentación habitual o por la
falta de diversidad de ésta (20). Y en cuanto a
la situación de los agricultores en el mundo, sigue siendo una de las
actividades económicas más penosas y peor remuneradas en el mundo actual,
desarrollándose en condiciones de pobreza.
Obviamente la
agricultura sostenible debe estar impulsada por una voluntad política clara que
se concrete en medidas sociales y económicas. Pero en el aspecto más material
debe apoyarse en la tecnología basada en los conocimientos ecológicos, químicos,
biológicos, edafológicos, meteorológicos y computacionales. Sin ser la panacea,
la tierra que está hoy en producción, la cual es más o menos del tamaño de
América del Sur, debería ser del tamaño del continente americano entero si no
se emplearan los beneficios del rendimiento que se derivan de la tecnología. O
lo que es lo mismo, si se emplearan las prácticas de la agricultura de
subsistencia o la ecológica.
Es por ello que
creo que la sostenibilidad en el campo de la agricultura no será posible sin la
incorporación de los avances científico-tecnológicos.
Y yendo al
grano: ¿Con esta somera descripción de la biotecnología agrícola y los
transgénicos trato de insinuar que son tecnologías buenas para el ser humano?
¿O tal vez esclavizan y someten al ser humano?
Hace ya tiempo
que las canas, las arrugas y la pátina del tiempo me alejaron de
simplificaciones infantiles. Naturalmente la respuesta a esas dos preguntas es
“depende”. Antes definimos a la tecnología como “aplicación” o “herramienta”.
¿Se te ocurren cuantas cosas podrías hacer con un martillo? ¿Tiene poder un
fabricante de martillos que un mundo lleno de clavos? ¿Qué beneficia más a la
sociedad, dar martillos a los carpinteros o a los antidisturbios?
El otro día me lancé unas arepas de mechada transgénicas |
La ciencia y la
tecnología han causado muerte y destrucción a lo largo del siglo XX porque han
sido usadas por las clases gobernantes para afianzar sus privilegios. Las
líneas de investigación, las formas de propiedad y los beneficios de la
tecnología hasta ahora han respondido a intereses individuales, privados.
Pero también
las conquistas históricas de la clase trabajadora han conseguido presionar para
que los avances científico-técnicos satisfagan las necesidades de la mayoría de
la población. El desarrollo de las vacunas, la potabilización del agua, la
energía nuclear aplicada a la medicina, son algunos ejemplos que demuestran un
uso ético y socialmente comprometido de los avances en ciencia y tecnología
cuando están impulsados por el sector público.
Por eso creo
que la biotecnología por sí sola no resolverá el hambre en el mundo ni tampoco
implicará necesariamente la mejora de las condiciones de vida de las
agricultoras, ni la sostenibilidad de la agricultura. Pero en las manos
adecuadas sí que podría ayudar a la consecución de estos objetivos. Pero todo eso lo trataré en el siguiente post.
Citas:
Interesantísimo post.
ResponderEliminarMuy bueno, y lo que es mejor, promete continuación.
ResponderEliminarA la espera.
Un saludo
Me ha encantado este post. Solo un pequeño apunte: Agrobacterium tumefaciens, en lugar de tumefasciens.
ResponderEliminarGracias por contribuir a divulgar la ciencia.