Como
Julio Cortázar está muerto, tenemos la seguridad de que no vendrá a Tenerife a
patearnos el culo por este ejercicio de terrorismo literario que planeamos
Patricia la poetisa y el que esto escribe. Tratando de emular las famosas Instrucciones,
que aparecen en su “Historia de cronopios y de famas”, nos han salido estos manuales, que esperamos no te
provoquen ninguna reacción alérgica de lo mal escritos que están. Así que agárrate..
Instrucciones
para que no te revuelque una ola
La
primera y más lógica opción sería no meterse en el agua fría y traicionera. La
segunda, pero no tan accesible para toda persona, sería la de domar las lenguas
mojadas de una forma tan inigualable, que ninguna pudiera con usted. Pero esto
es algo casi imposible en este arte, es algo tan diario como para un músico
tener que cambiar las cuerdas, o para un escritor comprar un boli nuevo. Así
que con el gustillo salado en la garganta, el dolor de cabeza y oídos y la
práctica, aprenderemos unos cuantos atajos que pueden salvarnos, o provocar una
brecha tan honda como el mismo océano donde nos adentramos, valientes,
inconscientes.
Si contamos de rapidez y coordinación, podemos
recurrir a la técnica "el patito", consistida en pasar la rodilla al
centro de la tabla, mientras que con las manos agarradas como ganchos a los
cantos de la tabla, hacemos presión hacia abajo. El pico de nuestra ave de
fibra, una vez sumergidos en el seno de la tierra, debe orientarse al infinito
y azul techo, mientras que nosotros, como amantes fogosos y alimentados de
deseo, pegamos todo nuestro cuerpo a ella, para dejar que nos lleve hasta la
superficie de nuevo. Esta técnica debe realizarse cuando estamos a más o menos
dos metros de ola, no más, ni menos. En el caso seguro, aunque siendo
optimistas, hipotético, si en el momento que estamos sintiendo las alas del
viento a nuestra espalda, y la fuerza del mundo a nuestros pies gana el pulso,
al caer como roca, no hay que respirar, cerrar la boca que tantas veces tenemos
abierta y seguir la corriente como si fuéramos una mariposa submarina,
dejándonos llevar como una buena fama aunque seamos tan románticos que nuestra
alma lo contrario dicte.
Y la
opción para los más dormidos y soñadores, caerte, y llevarte un buen golpe, o
como bien es dicho, un revolcón.
Patricia Verstraete Déniz
Instrucciones para cambiar el rollo de papel
higiénico.
Coge
el rollo nuevo del armario de la solana. Ve a la taza y siéntate. Luego siéntete. Vulnerable a poder ser. Míralo
bien, insolente, ilimitado, kilómetros de doble capa que perderían de vista el
lugar más lejano que imaginaste.
Aristóteles
que lo estudió todo lo llamó aro de grosor finito, aunque algo indicado para
limpiar el culo no merecía tantos honores. Dos mil años después nos hallamos
desarmadas ante ese maldito cilindro hueco, intentando buscar el pliegue que
permita desentrañarlo. Aliviarnos.
Entrena
primero con personas conocidas. Busca ese punto que las evidencia y que tanta
pena te da conocer y tira fuerte para desenrollarlas. Con los perros no sirve a
no ser que lleven ropa.
Con
el rollo igual. Pero no te vengas arriba, va de humildote. A medida que mengua,
su poder se expande y te embota y te deshace, ya que no puedes soportar que el
día que acabes con él también tú estarás perdida. Con la carta que escribiste y
el sudor frío en la calima y esa sustancia pastosa que está entre la boca y el estómago
que te consume y te ilumina.
Pero
tranquila. También vale ser cobarde y previsora. Y tener siempre un rollo de
reserva en las esquinas que antes estaban dignamente vacías. Y así hasta que te
mueras.
Tranquilamente tranquila.
Antonio
Chamorro Segovia
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