Últimamente
leo en la prensa y en las redes sociales que algunos ayuntamientos, grupos políticos
y ecologistas, o plataformas como “No más venenos en Canarias”, denuncian el
uso del herbicida glifosato, concretamente en jardinería. Por el Facebook se
alarma sobre los efectos perjudiciales para la salud de este producto:
Malformaciones en el feto, cáncer, etc. Dicen que se usa indiscriminadamente en
los jardines, donde la gente se entera por los carteles que unos señores
vestidos como si fueran a diseccionar a E.T. pegan en los árboles después de
fumigar con esta sustancia. En los parques donde los niños juegan.
¿Pero
qué es el glifosato?, dices mientras clavas en mi pupila tu.. Ah, no, me lié..
El glifosato es un compuesto que bloquea a la enzima responsable de la
producción de los aminoácidos fenilalanina, tirosina y triptófano,
fundamentales en las plantas de hoja perenne. Se emplea en agricultura y
jardinería para eliminar las mal llamadas malas hierbas. Es un herbicida de
amplio espectro (no hay planta que se libre) y a la vez económico, por lo que
es el más consumido del mundo, vendiéndose desde hace más de 40 años en 150
países.
Tienes
que pasar páginas y páginas en el buscador de Google para encontrar alguna
noticia que no sea negativa acerca del glifosato. Echando un repaso por encima
a las negativas, se cita mucho a los estudios de Seralini y Andrés Carrasco. El
primero habla de unas ratas que fueron alimentadas con millo transgénico y
glifosato, desarrollando unos horribles tumores. El segundo muestra el efecto
fatal del glifosato sobre embriones de batracios.
Por
otro lado casi no se encuentra por ningún lado las valoraciones de los
organismos internacionales que evalúan y regulan este tipo de productos. Pero
resulta extraño, cuando las encuentras te aparece que la Organización Mundial
de la Salud, OMS, la Agencia de Protección medioambiental de los Estados
Unidos, EPA, y la propia Comisión Europea, consideran al glifosato
un herbicida de baja toxicidad tanto para la fauna en general como para el ser
humano en particular. Eso sí, después de echar muchas horas y algunas visitas
al wordreference...
La OMS, a través de su Programa Internacional en Seguridad Química, IPCS,
concluye que el glifosato es de baja toxicidad, baja volatilidad y de baja
absorción por la piel. Esto hace de la aplicación de glifosato una práctica
segura para quienes trabajan a diario con él como para las personas que paseen
por un entorno recién fumigado. Una revisión de estudios de laboratorio con
animales concluye que el glifosato es de baja toxicidad cuando se administra
vía oral y cutánea, no induciendo sensibilidad, ni mutagénesis, carcinogénesis
o actividad teratogénica (que produzca daños en el feto). La presencia de
glifosato en el agua, en las concentraciones en la que a veces puede
encontrarse, no representa un peligro para la salud humana.
Monográfico de la IPCS sobre el glifosato |
Por
su parte, la Comisión Europea, a través de otra revisión de estudios
científicos aborda la cuestión de los residuos de glifosato en plantas y
animales para consumo humano, estableciendo que dichos residuos generados en
agricultura o jardinería, en un contexto de fumigación con buenas prácticas, no tienen efectos
dañinos en la salud humana y animal. La revisión concluyó que bajo las
condiciones de uso actuales no existen efectos indeseados sobre el medio
ambiente. Debo recalcar que esta conclusión la tomó la Comisión Europea después
de organizar una consulta intensiva a expertos técnicos de la mayoría de
Estados miembros de la Unión, para revisar todos los estudios científicos
relacionados con el glifosato y realizar una valoración de su toxicidad, concretamente
la ecotoxicológica y toxicología en mamíferos.
Y
más o menos llega a las mismas conclusiones la EPA. Porque oye, los yanquis
no sólo son buenos asesinando gente eficientemente, también son unos cracks en
ciencia e investigación a nivel mundial, por mucho que me pese decirlo.
Aún
así, si no te tranquilizan estos análisis, me veo en el deber de realizar
ciertas matizaciones a los estudios de Carrasco y Seralini que mencioné más
arriba.
Con
respecto a Seralini, es tan sencillo como que la revista que publicó su estudio decidió hace unos meses retirarlo por graves fallos metodológicos (muestras de
estudio muy pequeñas, elección de una variedad de ratas con propensión a
desarrollar tumores, no hubo grupos de control, etc). A estas conclusiones
también llegó la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, la EFSA, que en
base a dichas irregularidades declaró el estudio como no concluyente,
exigiéndole al investigador información
adicional que este jamás suministró.
Incumpliendo los protocolos sobre sufrimiento animal, podría haberlos sacrificado mucho antes, pero la foto es la foto |
El
caso de Carrasco también fue muy sonado. El científico argentino siguió patrones muy poco ortodoxos en investigación científica. Su estudio lo hizo al margen de las
instituciones para las que investigaba
(El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y la Subsecretaría de
Investigación Científica del Ministerio de Defensa); difundió sus conclusiones
en rueda de prensa antes de ser publicadas en ninguna revista científica; y
cuando por fín consiguió esto último, mostró lo evidente: que si inyectas dosis
de glifosato en embriones entre 15 y 20 veces a la que se expondrían en el
ambiente, pues claro que te los cargas, como ya pasó con el estudio de un
japonés que inyectó cafeína a embriones, con el mismo desenlace (seguro que si
inyectas clipper de fresa a un embrión lo mandas al carajo..). Pero son
condiciones irreales, imposibles que se den en la vida cotidiana.
La
prensa juega un papel muy perverso en todo esto. Vende mucho una foto de ratas
con tumores por todos lados, o un
titular del estilo “las multinacionales me persiguen por mi investigación sobre
glifosato y embriones”. Por otro lado no vende decir que la EFSA desmontó el
fraude de Seralini. Eso sería de aguafiestas, eso no es noticia para los medios
de persuasión.
Periodismo del siglo XXI |
Tampoco
creo que las instituciones, desde las internacionales a la locales, estén
realizando muchos esfuerzos en informar a la ciudadanía sobre la inocuidad del
glifosato, en promover la educación científica como una de las piezas clave
para ejercer una ciudadanía en libertad, con capacidad de decisión. La
pasividad actual de la clase gobernante amplía aún más la brecha entre ciencia
y sociedad.
Yo
lo tengo claro, la ciencia muchas veces no es neutral, se equivoca, rectifica y
evoluciona como toda actividad humana. Pero
también es cierto que “un estudio dice que” no es ciencia, ni debería guiar las
políticas públicas. La OMS no clasifica en función de los resultados de Google,
sino que revisa toda la bibliografía científica en torno a determinado tema
buscando el consenso, y si sigue dudando, consulta a las instituciones
científicas competentes para que investiguen el fenómeno. El consenso no
implica unanimidad al 100%. Eso es imposible de conseguir en cualquier
asociación humana, incluida la comunidad científica. Que dos personajes
mediáticos crean que el glifosato es peligroso para la salud no implica para
nada una fractura en el consenso científico. Es completamente normal.
Gracias
a las técnicas de regulación y control, la seguridad en el caso del glifosato
se cuida como la de cualquier otro producto químico autorizado, aún siendo de baja
toxicidad. Los trajes de protección, guantes, mascarilla, carteles informativos.. no son, como nos quieren hacer creer, manifestaciones de su peligrosidad. Al
contrario, suponen un avance en la seguridad, protección y derecho a la
información de las trabajadoras del sector y la ciudadanía en general.
Ante carteles como este ¿no deberíamos sentirnos seguros? |
Con
este artículo no trato de convencerte de nada, pero creo que muchas veces, de
manera inconsciente, se trata de ocultar una parte de la realidad para hacerla
más combativa, para que encaje como parte de un malvado plan de las élites que
nos quieren envenenar. Lo siento, pero no considero honesta a la gente
contraria al glifosato que oculta la posición de la OMS al respecto. El mundo ya es injusto, desigual y peligroso
de por sí, no hace falta añadirle teorías conspiratorias.
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