lunes, 7 de abril de 2014

Química.. ¿verde? ¿sostenible?

Llevo días oyendo en la radio un anuncio de una empresa de servicios de limpieza que asegura no usar productos químicos. Por desgracia es un ejemplo más del pensamiento quimiofóbico que se ha vuelto habitual en nuestro día a día. Su máxima se basa en que lo artificial es peor que lo natural; que la industria, la tecnología y todo lo químico perjudica a la salud y al medio ambiente.

Estas corrientes, al más puro estilo new age (con luces fluorescentes estilo Avatar), demandan en muchos casos una vuelta a modelos sociales pre-industriales en los que cualquier cosa se podría hacer con cáñamo. Curiosamente en la mayoría de las ocasiones se trata de personas pertenecientes a las clases medias-altas de los países con mayor desarrollo económico.

 Es un hecho y no una opinión (como diría Sheldon Cooper), que todos estos sectores han alcanzado en los últimos siglos una calidad de vida aceptable gracias a los avances en ciencia y tecnología. Ya no nos morimos de botulismo al comer carne en mal estado gracias a los conservantes alimentarios que mantienen a raya a la bacteria. Pero al habernos olvidado de los cólicos, vómitos, parálisis e insuficiencia respiratoria que producía dicha enfermedad, ¡ahora atacamos a dichos conservantes por no ser naturales, por tener una letra E! Cosas del ser humano…

Creo que el problema está en que se ha generado una falsa dicotomía: Natural-bueno versus artificial-malo. Vamos a ver, la bacteria que causa el botulismo, Clostridium botulinium, es super natural, al igual que la cicuta, el veneno de víbora y los tsunamis. La insulina transgénica, la lejía o un panel fotovoltaico son artificiales. No hay nada más natural que la muerte; no hay nada más artificial que los mecanismos que usamos para combatirla. Mi elección está clara. ¿Cómo lo ves?

La química lleva recibiendo leña más que ninguna otra disciplina. Y sí, a este pobre químico le molesta este desagravio. No olvidemos que la química es la ciencia que estudia la materia y sus transformaciones; generadora de los principios, teorías y leyes que hacen funcionar a la industria farmacológica, alimentaria, industrial, etc. No podríamos entender los logros de la sociedad actual sin las aportaciones de Dalton, Lavoisier, Haber, Marie Curie, etc.

Los avances en química y en termodinámica durante las revoluciones industriales de los siglos XVIII y XIX dispararon la esperanza de vida en varias décadas. Aplicaciones prácticas de la química como la potabilización del agua o las vacunas consiguieron que los seres humanos no cayéramos como moscas. Concretamente la industria química aporta multitud de bienes y servicios a la sociedad, desde productos de limpieza, hasta fibras sintéticas o detectores de sustancias contaminantes.

Elaboración a partir de la Human Mortality Database

Aunque no todo es un cuento de hadas. Históricamente ha sido una industria que no ha tenido en cuenta los impactos de sus actividades sobre el medio ambiente o indirectamente sobre la salud de las personas. Bueno, ni esta industria ni ninguna otra actividad humana hasta bien entrado el siglo XX. Sin cuestionar el indiscutible beneficio sobre la sociedad de las aplicaciones de la química, en muchas ocasiones la falta de regulación pública en materia ambiental y sanitaria, junto con el afán de lucro de muchos empresarios, han provocado episodios tan lamentables como el accidente de Bhopal, la enfermedad de Minamata o innumerables casos de destrucción de ecosistemas por vertidos o emanaciones. Por desgracia vivimos en un sistema en el que no suele mirarse más allá de la empresa, ni espacial ni temporalmente; donde no se valoran los impactos negativos a medio y largo plazo. La satisfacción de las necesidades humanas ha sido sustituida por la obtención del máximo beneficio.

Los vertidos de mercurio de una industria química
produjeron la enfermedad de Minamata
 Frente a este contexto de degradación ambiental surgió la química verde. No es una nueva disciplina de la química, sino una nueva forma de entender y aplicar la misma. Sus fundadores intelectuales fueron P. Anastas y J.C. Warner, que la definieron a finales de los noventa como la forma de promover el desarrollo  y uso de tecnologías químicas innovadoras para reducir o eliminar el uso o generación de sustancias dañinas en el diseño, manufactura y uso de productos químicos. Propusieron 12 principios básicos como forma didáctica de transmitir la filosofía de la química verde. No voy a citarlos todos, sólo los más importantes:

·  Prevenir la formación de residuos. Es preferible, y más económico a largo plazo, evitar la producción de un residuo que tratar de eliminarlo una vez se haya formado. Esto se consigue usando materias primas renovables. La fuente más abundante  de materia prima con la que contamos en la actualidad es la biomasa, los materiales producidos por organismos vivos. Asimismo se debe potenciar la producción de sustancias biodegradables, diseñando productos químicos que al finalizar su función no persistan en el medio ambiente, sino que se transformen en productos de degradación inocuos, como los plásticos biodegradables.

·  Maximizar la economía atómica. Se deben crear métodos de síntesis que faciliten la incorporación total de los reactivos en el producto químico, minimizando así la formación de subproductos. También hay que tender a eliminar etapas sintéticas innecesarias, evitando la formación de derivados (grupos de bloqueo, de protección/desprotección) así como intentar desarrollar procesos sintéticos en cascada que reduzcan el número de etapas, minimizando el número de separaciones y purificaciones.

·  Síntesis con sustancias de toxicidad reducida. Los métodos de síntesis deberían diseñarse con el fin de utilizar y generar sustancias que tengan poca o ninguna toxicidad, tanto para el ser humano como para el medio ambiente. Es fundamental minimizar el potencial de accidentes químicos: Emanaciones, explosiones, incendios, evitar el transporte de sustancias peligrosas. A su vez hay que desarrollar metodologías analíticas para la monitorización en tiempo real, con el fin de evitar lo antes posible la formación de sustancias peligrosas.

·  Maximizar la eficiencia energética. Se debe estudiar la posible reducción de energía y su impacto final, usar métodos de síntesis a menores temperaturas y/o presiones: El uso de microondas o fotoquímica puede desempeñar un papel importante en la optimización energética de muchos procesos químicos. Dentro de las estrategias de ahorro energético se debe potenciar la catálisis. El uso de catalizadores reduce la energía necesaria para iniciar las reacciones químicas. Los catalizadores reutilizables están bien desarrollados, son sólidos respetuosos con el medio ambiente, como las zeolitas o distintos nanomateriales.

En definitiva, la química verde y sostenible es una nueva forma de entender la química que propone medidas encaminadas a la consecución de un desarrollo sostenible; que satisface las necesidades de la población actual sin comprometer el patrimonio natural ni las necesidades de las generaciones futuras.

La química puede ser (y en muchos casos ya lo es) económica, segura y respetuosa con el medio ambiente. Es natural y artificial al mismo tiempo, no voy a caer en el juego tonto de los quimiofóbicos. Y no es buena ni mala, buenos o malos son los usos que le da el ser humano. La química puede salvar vidas o segarlas.

La química verde necesita asentarse. Hace falta que las escuelas de economía vayan más allá de las leyes de mercado y entiendan que todas las actividades económicas, desde el libre comercio hasta la planificación económica, operan en un contexto físico y ecosistémico que no deben ignorar, ya que es la fuente última de los recursos que utilizan. ¿Seguirá habiendo negocio cuando los acuíferos se agoten?, ¿cuando ya no haya atún rojo en el mar o fertilidad en el suelo? ¿Qué quedará para nuestros descendientes? En definitiva, las teorías económicas no pueden escapar a las interacciones ecosistémicas de las que forman parte. La economía ecológica surge para suplir estas carencias.

La conciencia de la ciudadanía y de las administraciones públicas es fundamental. Educando, presionando social y políticamente es como único podremos legislar y regular las actividades económicas para que sigan el camino de la sostenibilidad. Sin estos elementos disuasorios sólo veríamos avances en la industria en el caso de que las medidas verdes y sostenibles le sean rentables en términos económicos.


Así que ya sabes, la próxima vez que alguien te diga que hizo unas galletas 100% naturales y libre de químicos, tú dile: La tontería también es natural y causa estragos en la sociedad, pero por suerte se cura leyendo!


Ya que vendes tus principios,
 que sea a buen precio..

3 comentarios:

  1. ¡Una reflexión excelente!

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  2. Muy bueno Antonio. Gracias a estos conocimientos que pones en la palestra aprendemos un poco más del uso del lenguaje y le perdemos el miedo a los desconocidos "productos químicos". Muy interesante!

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  3. Buenas tardes sieñor, usted que siabe del tema ¿es buena respirar liejía? ¿Amoniaca? Yo crio que hay demasiado cosas de plástico y cosas que no son de verdad, que no son como en naturaleza. Ustied se burla de cañama, pero yo crio que todas sillas estadio calderón debierian ser de cañamo de comercio justo en cultivos hidropánicos. Un cordial salido para usted.

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