Esta flor de magarza estaba a punto de abrirse el pasado
jueves 20 de marzo. Aquí se llama magarza a la típica margarita, aunque la
canaria es una especie endémica, Argyranthemum
frutescens. La floración no es la
primera etapa de la reproducción de las plantas angiospermas (que poseen flores
y frutos), ya que se trata de un ciclo; no hay principio ni final. En cuanto un
insecto en busca de néctar deposite sobre ella el polen de otra flor semejante,
se producirá la fecundación del óvulo y una semilla se habrá creado. Es poco
probable que esa semilla encuentre las condiciones adecuadas de nutrientes,
humedad, luz y temperatura. Pero si lo consigue, germinará y llegará a ser una
magarza que el siguiente marzo florecerá para así repetir el ciclo.
Desde el colegio nos enseñan que las flores se abren en
primavera, pero ¿te has parado a pensar por qué en primavera? Intuitivamente
vemos que es una estación en la que no hace tanto frío, pero en verano tampoco
hace frío y pocas plantas florecen en agosto.
Fíjate hacia dónde crece este proyecto de flor. Apunta
hacia arriba. La floración, la primavera, las alergias por polen y otros
fenómenos de la vida cotidiana tienen su origen en los cielos. Una cosa tan
pequeña y efímera como una flor es capaz de sincronizarse con algo tan grande y
vasto como el Sistema Solar. Acompáñame en este breve repaso sobre lo que hay
encima de nuestras cabezas, prometo no usar ninguna ecuación.
En primero de la ESO (o séptimo de EGB, según las canas
que tengas..) el profe de naturales nos hablaba del Sol y los planetas. Todos
giran en torno a la gran estrella en un plano conocido como eclíptica.
Imagínate un disco de vinilo, con el Sol en el centro y los 8 planetas girando
dentro del disco. Aún así me da que no es el mejor ejemplo, ya que aunque los
vinilos están de moda, las órbitas de los planetas no son exactamente
circulares; son más o menos elípticas. Es como si cogiéramos un círculo, lo
sujetáramos por dos extremos opuestos y apretáramos un poco, se achataría, ¿no?
Pues eso es una elipse.
Al ser la trayectoria de la Tierra alrededor del Sol una
elipse, te darás cuenta que no siempre la Tierra estará a la misma distancia
del Sol, algo que hubiera pasado de ser una trayectoria circular. Hay un punto
de la trayectoria elíptica, el perihelio, en el que la distancia es de 147 millones
de kilómetros. El punto más alejado del Sol, el afelio, se sitúa a 152 millones
de kilómetros. Podríamos pensar que estas diferentes distancias son el origen
de las distintas estaciones: cuando la Tierra está más cerca del Sol es verano
y lo contario implica invierno. Sin embargo, cuando es verano en el Hemisferio
Norte es invierno en el Hemisferio Sur. Esto quiere decir que la trayectoria
elíptica de la Tierra no es la causa de las estaciones. En el fondo, ¿qué es
una diferencia de unos 5 millones de kilómetros comparado con los 150 que de
promedio separan la Tierra del Sol?
La clave de las estaciones no hay que hallarla en el Sol
ni en los otros planetas. Sí, debemos levantar la cabeza. Pero para bajarla
cuando estemos en lo alto: Se encuentra en la misma Tierra, en su eje de
rotación.
El eje de rotación de la Tierra, ese palito imaginario
sobre el cual nuestro planeta tarda 24 horas en dar un giro completo, no se
halla totalmente en vertical sobre la eclíptica, sino que está un poco torcido.
Tal vez en la etapa de formación planetaria a partir de escombros estelares, el
impacto de un gran asteroide en alguna de las zonas polares acabó por inclinar
el eje de rotación hasta su posición actual: 23,5º con respecto a la vertical.
Simplificando mucho, podemos imaginarnos la órbita de la Tierra del siguiente
modo.
Con fines pedagógicos suele mostrarse atención a cuatro
momentos especiales del año. Empecemos por la escena de la derecha, ese día que
se llama solsticio de verano, allá por las hogueras de San Juan, cuando
terminan las clases. Mira el eje de rotación: "apunta" hacia el Sol.
Esto hace que el Hemisferio Norte también esté más orientado hacia el Sol que
el Hemisferio Sur y reciba más luz. ¿Ves ese punto rojo? Ahí están las
Canarias, donde único se vende nestea de mango-piña y se encuentran las cosas
que de verdad nos importan. Imagínate que damos un giro completo alrededor del
eje, notarás cómo la mayor parte del tiempo giramos sobre la zona iluminada.
Concretamente el solsticio de verano es el día del año que más horas de luz
tiene. Estas varían según donde te encuentres, son más
cuanto mayor sea la latitud (la distancia al ecuador). En Canarias, que nos
hallamos a 28ºN, el 21 de junio tendremos 14 horas de luz y 10 de oscuridad. Si
subimos hacia el norte esta diferencia se va acentuando, en Madrid serían 15 horas
aproximadamente, hasta el caso extremo de las zonas que están por encima del
círculo polar ártico: por mucho que gire la Tierra, recibirán luz las 24 horas
del día.
Solsticio de Verano en el Hemisferio Norte. 20-21 de junio |
Sigamos en el viaje de la Tierra alrededor del Sol. Tres
meses después llegamos al equinoccio de otoño. El eje sigue inclinado 23,5º,
pero ahora no "apunta" hacia el Sol, aunque tampoco va en la
dirección contraria, parece que en lugar de situarse de frente, estuviera de
perfil al Sol. Vuelve a imaginar la rotación de nuestras islas. Ahora el punto
rojo recorre 12 horas bajo la luz y otras 12 a la sombra: el día y la noche
duran lo mismo. ¿Qué ha pasado entre el solsticio de verano y el equinoccio de
otoño? Pues que en Canarias, de tener un día 14 horas de luz, fueron peridéndose poco a poco unos minutos de luz cada día, de tal manera que al llegar al equinoccio
otoñal las horas de luz y oscuridad se igualaron.
Equinoccio de otoño, 22-23 de septiembre Equinoccio de primavera, 20-21 de marzo |
Sin embargo la cosa no queda aquí, a partir del
equinoccio de otoño comienza la estación que lleva su nombre, la cual termina
en la escena de la izquierda, el solsticio de invierno. Durante el otoño, las
horas de luz van disminuyendo, imponiéndose la oscuridad, hasta el límite que
determina el solsticio de invierno. Concretamente, ese día del año, allá por el
22 de diciembre, en Canarias tenemos 14 horas de noche y 10 de día. Básicamente
ocurre lo contrario que pasó con el solsticio de verano. Ahora el eje de
rotación se "aleja" del Sol, dejando al Hemisferio Norte apuntando
hacia el exterior del Sistema Solar. En esta ocasión es el Hemisferio Sur el
que recibe más insolación, por lo que en navidades, mientras aquí nos morimos
de frío, en Argentina o Nueva Zelanda comienzan las vacaciones de verano. Por
último fíjate en las zonas que están sobre el círculo polar ártico. Gira que te
gira, que es de noche todo el rato. Oscuridad eterna durante unos buenos meses.
Solsticio de invierno en el Hemisferio Norte, 21-22 de diciembre |
Pero al igual que la reproducción de las plantas, las
estaciones siguen un ciclo, y lo peor del año ya ha pasado. Aunque a partir del
solsticio de invierno empieza el invierno, cada día que pasa las horas de
oscuridad van disminuyendo, de tal manera que durante tres meses la luz va recuperándose
poco a poco hasta llegar al 21 de marzo, día del año en que las horas de luz
vuelven a igualar a las de oscuridad, 12 a 12.
Concretamente el equinoccio de primavera llegó a Canarias
el pasado jueves 20 de marzo a las 16 horas y 57 minutos. ¿Qué ocurrirá a
partir de ahora? Durante lo que queda de marzo, abril, mayo, y hasta el 21 de junio
cada día tendremos unos minutos más de luz, amanecerá más temprano, oscurecerá
más tarde. Hasta que finalmente volvamos al punto de partida, cuando el eje de
rotación deje al Hemisferio Norte más expuesto al Sol y tengamos el día
"más largo del año" y volvamos a escribir los deseos en un papelito
para quemarlos en la hoguera.
Resumiendo, existe el cambio en la naturaleza porque
existen las estaciones, y éstas a su vez existen gracias a que el eje de
rotación está un poco cambado. Si el eje hubiera estado totalmente vertical,
los hemisferios estarían expuestos por igual a la radiación del Sol, con 12
horas de luz y 12 de oscuridad durante todos los días del año. No sentiríamos
que el año avanza, todos los meses iguales. Perderíamos muchas de las
referencias que orientan nuestras vidas.
¿Y qué pasa con la flor de la magarza? ¿Qué tiene que ver
con todo este disparate de eclípticas y elípticas?
Las primeras etapas en la vida de una planta son las más
críticas. En ellas se necesitan unas condiciones especiales de radiación solar,
agua, y temperatura. Hay que escoger bien el momento de la floración, ¿cuál es?
En el solsticio de invierno la radiación solar es mínima,
hay pocas horas de luz y por lo tanto las temperaturas son bajas. En el
solsticio de verano las horas de luz son máximas, pero debido a las elevadas
temperaturas las precipitaciones no son abundantes.
En el equinoccio de otoño parece que las temperaturas son
intermedias. Sin embargo, supone el inicio del otoño y posteriormente del
invierno, dos trimestres en los que las horas de luz serán menores que las de
oscuridad y las temperaturas estarán por debajo de la media.
Por descarte nos queda el equinoccio de primavera, el día
que ha elegido mi magarza, pero también mi cardón y mi lavanda, para perpetuar
la especie. Las temperaturas son lo suficientemente bajas para que abunden las
lluvias pero lo suficientemente altas para que la semilla germine. Además, al
contrario de lo que pasaba en el equinoccio de otoño, a partir de jueves pasado
nos esperan seis meses (toda la primavera y todo el verano) en los que
predominará la luz sobre la oscuridad, lo que sumado a las condiciones
anteriores hará que las plantas jóvenes tengan más posibilidades de sobrevivir.
Al cabo de esos 6 meses las plantas tendrán las suficientes reservas de
alimento como para afrontar con éxito las estaciones climatológicamente
desfavorables que vendrán.
Flores de cardón, Euphorbia canariensis |
Tener nociones básicas de astronomía no sirve solamente
para ligar (“mira esa constelación, representa al dios Perseo, que con el torso
desnudo se enamoró perdidamente de la princesa Casiopea...”), también resulta
útil para entender fenómenos de la vida cotidiana. Ahora sabes por qué las
flores estallan en primavera, pero si miras a tu alrededor notarás que todos los seres vivos
nos adaptamos a las estaciones, a los 23,5 grados de inclinación. En el Ártico,
los osos polares hibernan durante 6 meses, ¿te imaginas cuales, no? Muchas aves
migratorias que en agosto (verano) habitan el Hemisferio Norte, migran en enero
al Hemisferio Sur, donde vuelven a encontrar el verano. Y obviamente, las condiciones que
determinan la floración de las plantas en primavera también son ideales para
iniciar el periodo de apareamiento de muchas especies animales. Basta con ver la
fiesta que estos días se tienen los gorriones frente a mi ventana.
Pareja de gorriones, Passer domesticus, anidando en la Iglesia de la Paz y la Unión |
O fíjate en ti. ¿Cuándo prefieres ir a la playa, en el
equinoccio de primavera o en el de otoño? Piénsalo. ¿Para cuándo planificamos
las vacaciones? ¿En qué momento comemos puchero o ensaladilla rusa? ¿Cuándo
estás de mejor ánimo? Nos parece agradable estar en una terraza a las 10 de la
noche en el solsticio de verano, pero nos resultaría suicida hacerlo durante el
solsticio de invierno. Nuestras rutinas anuales están condicionadas por un
número decimal. 23,5.
Hay algo que me fascina. Los seres humanos, animales
autoconscientes, hemos creado cultura y sociedades, construyendo maravillas que
han mejorado nuestra calidad de vida. Sin embargo, nuestra expansión tiene
límites: Por suerte todas nuestras aspiraciones y miserias están obligadas a
desenvolverse según las reglas de la naturaleza y de los cielos, a seguir los
cauces impuestos por las leyes de la física. Pablo Neruda no pudo expresarlo
mejor: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.
Magarzas en flor en la Facultad de Periodismo de la ULL |
No hay comentarios:
Publicar un comentario