miércoles, 23 de julio de 2014

Al Suroeste del Garajonay

Bancales y palmerales
La Gomera es una isla oceánica de forma casi circular, con un diámetro de aproximadamente 20 kilómetros. La falta de actividad volcánica durante los últimos millones de años ha producido un relieve muy erosionado, con grandes y profundos barrancos en disposición radial respecto al centro de la Isla. Casi no hay huella de un pasado volcánico.

El principal atractivo natural es el Parque Nacional de Garajonay, el cual alberga una muestra de laurisilva macaronésica muy bien conservada. Para bien o para mal, este monte eclipsa a otros elementos del patrimonio natural gomero que siempre se han situado en un segundo plano. Un ejemplo es el suroeste de la Isla, resguardado de la acción de los vientos alisios del noreste. En este artículo vamos a descubrir algunos de estos enclaves al abrigo de las brumas.


La ausencia de estos vientos cargados de humedad define una climatología de carácter árido, con escasas precipitaciones y temperaturas que nada tienen que ver con las de la cumbre o las que están a barlovento de los Alisios. Con unos 20ºC de media durante todo el año, es un mosaico formado por soleados barrancos, charcos costeros, caseríos, bancales y acantilados.

Sin duda alguna Valle Gran Rey, con sus palmerales y cultivos en bancales, domina uno de los paisajes rurales más peculiares del Archipiélago. Gran parte del municipio está constituido como Parque Rural, una figura de protección cuyo principal objetivo es compatibilizar la conservación del medio natural con la promoción del desarrollo socioeconómico de la población local.

Valle Gran Rey

Aunque la agricultura se esté abandonando poco a poco a favor del sector servicios, donde el turismo acapara casi toda la actividad, todavía vemos cultivos de papas, uvas, plátanos, millo, o la artesanal extracción del guarapo de la palmera canaria. Tampoco es despreciable la cabaña ganadera, con cientos de cabras y ovejas que pastan por donde quieren.

En este enclave aún se conservan muestras de flora autóctona como retama, sabina, sauce y faya, además de los ya mencionados palmerales naturales que se disponen en fondos de barranco y piedemontes.

Llegando a la desembocadura del barranco nos encontramos con dos espacios fundamentales para la avifauna migratoria, los charcos del Cieno y del Conde. Estos hábitats siempre fueron vistos como estorbos para las actividades humanas, siendo considerados focos de enfermedades, por lo que desde los poderes públicos se fomentaba su desecación. Sin embargo, en las últimas décadas el movimiento conservacionista ha luchado por el reconocimiento del valor ecológico de estos humedales, marismas y demás ecosistemas acuáticos.

Charco del Cieno

El Charco del Conde posee una de las mayores poblaciones de tarajal de la Gomera, lugar de paso de aves migratorias. Está sometido a un gran impacto humano ya que las bañistas usan la playa de callao y arena negra formada a la orilla del charco.

El Charco del Cieno, somero y cenagoso, se llena de agua marina por infiltración, creciendo con la marea. Está en mejor estado de conservación que el Charco del Conde, siendo uno de los humedales mejor conservados de la Isla, hábitat de aves limícolas como el zarapito trinador, vuelvepiedras, chorlitejos, garza real, garceta, etc.

Zarapito trinador

La vegetación es la típica de ambientes muy salinos como la lechuga de mar, salado, uva de mar, aulaga, etc. Junto a ella coexisten reptiles como los tizones, y muy cerca de este charco está Quiebracanillas, la zona  donde se han encontrado ejemplares del lagarto gigante de la Gomera.

En toda la franja litoral de Valle Gran Rey podemos observar varias especies de aves marinas como el petrel de bulwer, el paíño, el charrán junto con halcones de berbería y cernícalos, rapaces habituales en Canarias.

Sin embargo, las actividades humanas como la pesca o el uso litoral para baño o navegación ha llevado a algunas especies a refugiarse más al sur, en el Sitio de Interés Científico Acantilados de Alajeró.

Acantilados de Alajeró
Allí, alejadas de las molestias humanas, cría el ratonero, el águila pescadora o guincho y la pardela cenicienta, las tres protegidas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

Estos acantilados, entre Valle Gran Rey y Playa Santiago, tienen una altura de 150 metros de media y es una zona de aguas tranquilas donde practicar deportes acuáticos como el kayak. Imposibles de ver desde tierra, podemos descubrir los poco conocidos “barrancos colgados”, formados por la acción erosiva del mar, que ha impedido la desembocadura de los mismos a nivel del mar, quedando como secas cascadas.

Guincho

Justo al filo de estos acantilados se encuentra el Monumento Natural de la Caldera, el único cono volcánico reconocible de la isla, aún no desmantelado por la erosión. El alcaraván, ave corredora, nidifica en las lomadas. Todavía se distinguen las marcas dejadas por los bancales que cubrían todas las laderas del volcán, marcas de un pasado de subsistencia.

Alcaraván


Pero una cosa es que te cuente todo esto y otra bien diferente es ir en persona a descubrirlo. Si quieres conocer y dejarte enamorar por esta pequeña isla, te recomiendo quedar con los amigos de Ymaguara Turismo Sostenible Desarrollo Rural, una joven empresa especializada en rutas y actividades que te acercarán al patrimonio natural, cultural e histórico de la Gomera. Desbordan competencia y pasión a partes iguales, y eso, como los guinchos, no abunda.

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