Bancales y palmerales |
La Gomera es
una isla oceánica de forma casi circular, con un diámetro de aproximadamente 20
kilómetros. La falta de actividad volcánica durante los últimos millones de
años ha producido un relieve muy erosionado, con grandes y profundos barrancos
en disposición radial respecto al centro de la Isla. Casi no hay huella de un
pasado volcánico.
El principal
atractivo natural es el Parque Nacional de Garajonay, el cual alberga una
muestra de laurisilva macaronésica muy bien conservada. Para bien o para mal, este
monte eclipsa a otros elementos del patrimonio natural gomero que siempre se
han situado en un segundo plano. Un ejemplo es el suroeste de la Isla,
resguardado de la acción de los vientos alisios del noreste. En este artículo
vamos a descubrir algunos de estos enclaves al abrigo de las brumas.
La ausencia de
estos vientos cargados de humedad define una climatología de carácter árido,
con escasas precipitaciones y temperaturas que nada tienen que ver con las de
la cumbre o las que están a barlovento de los Alisios. Con unos 20ºC de media
durante todo el año, es un mosaico formado por soleados barrancos, charcos
costeros, caseríos, bancales y acantilados.
Sin duda alguna
Valle Gran Rey, con sus palmerales y cultivos en bancales, domina uno de los
paisajes rurales más peculiares del Archipiélago. Gran parte del municipio está
constituido como Parque Rural, una figura de protección cuyo principal objetivo es compatibilizar la conservación del medio natural con la promoción del
desarrollo socioeconómico de la población local.
Aunque la
agricultura se esté abandonando poco a poco a favor del sector servicios, donde
el turismo acapara casi toda la actividad, todavía vemos cultivos de papas,
uvas, plátanos, millo, o la artesanal extracción del guarapo de la palmera
canaria. Tampoco es despreciable la cabaña ganadera, con cientos de cabras y
ovejas que pastan por donde quieren.
En este enclave
aún se conservan muestras de flora autóctona como retama, sabina, sauce y faya,
además de los ya mencionados palmerales naturales que se disponen en fondos de
barranco y piedemontes.
Llegando a la
desembocadura del barranco nos encontramos con dos espacios fundamentales para
la avifauna migratoria, los charcos del Cieno y del Conde. Estos hábitats
siempre fueron vistos como estorbos para las actividades humanas, siendo
considerados focos de enfermedades, por lo que desde los poderes públicos se
fomentaba su desecación. Sin embargo, en las últimas décadas el movimiento
conservacionista ha luchado por el reconocimiento del valor ecológico de estos
humedales, marismas y demás ecosistemas acuáticos.
El Charco del
Conde posee una de las mayores poblaciones de tarajal de la Gomera, lugar de
paso de aves migratorias. Está sometido a un gran impacto humano ya que
las bañistas usan la playa de callao y arena negra formada a la orilla del
charco.
El Charco del
Cieno, somero y cenagoso, se llena de agua marina por infiltración, creciendo
con la marea. Está en mejor estado de conservación que el Charco del Conde,
siendo uno de los humedales mejor conservados de la Isla, hábitat de aves
limícolas como el zarapito trinador, vuelvepiedras, chorlitejos, garza real,
garceta, etc.
La vegetación
es la típica de ambientes muy salinos como la lechuga de mar, salado, uva de
mar, aulaga, etc. Junto a ella coexisten reptiles como los tizones, y muy cerca
de este charco está Quiebracanillas, la zona donde se han encontrado
ejemplares del lagarto gigante de la Gomera.
En toda la
franja litoral de Valle Gran Rey podemos observar varias especies de aves
marinas como el petrel de bulwer, el paíño, el charrán junto con halcones de
berbería y cernícalos, rapaces habituales en Canarias.
Sin embargo,
las actividades humanas como la pesca o el uso litoral para baño o navegación
ha llevado a algunas especies a refugiarse más al sur, en el Sitio de Interés
Científico Acantilados de Alajeró.
Acantilados de Alajeró |
Allí, alejadas
de las molestias humanas, cría el ratonero, el águila pescadora o guincho y la
pardela cenicienta, las tres protegidas en el Catálogo Nacional de Especies
Amenazadas.
Estos
acantilados, entre Valle Gran Rey y Playa Santiago, tienen una altura de 150
metros de media y es una zona de aguas tranquilas donde practicar deportes
acuáticos como el kayak. Imposibles de ver desde tierra, podemos descubrir los
poco conocidos “barrancos colgados”, formados por la acción erosiva del mar,
que ha impedido la desembocadura de los mismos a nivel del mar, quedando como
secas cascadas.
Guincho |
Justo al filo
de estos acantilados se encuentra el Monumento Natural de la Caldera, el único
cono volcánico reconocible de la isla, aún no desmantelado por la erosión. El
alcaraván, ave corredora, nidifica en las lomadas. Todavía se distinguen las
marcas dejadas por los bancales que cubrían todas las laderas del volcán,
marcas de un pasado de subsistencia.
Pero una cosa
es que te cuente todo esto y otra bien diferente es ir en persona a
descubrirlo. Si quieres conocer y dejarte enamorar por esta pequeña isla, te
recomiendo quedar con los amigos de Ymaguara Turismo Sostenible Desarrollo Rural, una joven
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natural, cultural e histórico de la Gomera. Desbordan competencia y pasión a
partes iguales, y eso, como los guinchos, no abunda.
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