Antes
de nacer Ra sólo había oscuridad. Él fue la luz, subió por el este y se
puso por el oeste, creando en su camino el viento y la tierra. Trajo la
lluvia a través del Nilo, fertilizando las cosechas. Dio nombre a las
mujeres, hombres y al resto de los seres vivientes.
Ra tomándose un barraquito |
Se
ve que en el Antiguo Egipto la gente no era tonta, frente a dioses que
prometían y no daban, ellos decidieron venerar al único elemento que
nunca les había fallado, el Sol. Miles de años después, derrocado por
dinastías de charlatanes, apenas nos enseñan en el cole el papel
fundamental que esta bola de fuego tiene en el mantenimiento de la vida
tal y como la conocemos. Las plantas y demás seres autótrofos aprovechan
su energía para fabricar materia orgánica, que a través de las redes
tróficas alimenta al resto de cosas vivientes. Incluidos nosotros, los seres
humanos.
Vamos a
repasar un poco la física de la ESO, ¿cómo se obtiene esa energía? El
Sol se formó por la acumulación gravitatoria de errantes nubes de hidrógeno y
helio. Por cierto, el átomo de hidrógeno no
es más que un protón con un pequeño electrón que orbita alrededor de él.
En
condiciones normales dos átomos de hidrógeno se sentirán atraídos
debido a la fuerza gravitatoria que ejerce uno sobre el otro. Esta
fuerza es mayor cuanto mayor es la masa de las dos partículas y cuanto
más cerca estén unos de otros. Esto explica por qué la materia en el
Universo tiende a apelotonarse formando galaxias, estrellas, planetas..
Sin
embargo esta aproximación entre partículas tiene un límite, porque a
pequeñas distancias entra en juego la fuerza electrostática, la cual no
depende de la masa de las partículas sino de sus cargas, y los protones
tienen cargas positivas. Esto hace que dos átomos de hidrógeno que se
aproximen mucho terminen por repelerse (recuerda que cargas de distinto
signo se atraen y se repelen si son del mismo signo).
Pero
una estrella no son dos núcleos de hidrógeno. La enorme masa que
representa (en nuestro Sol caben un millón de Tierras) hace que los
átomos de hidrógeno ubicados en el núcleo del Sol soporten presiones y
temperaturas extremas, de tal modo que los protones acaban por estar tan
cerca que se fusionan (a pesar de tener la misma carga eléctrica, ¡la
fuerza electrostática es vencida por la presión!).
En ese momento la estrella se enciende. Júpiter y Saturno son
estrellas fallidas, aún no tienen la suficiente cantidad de hidrógeno
como para alcanzar la presión adecuada en su interior y que se inicien
las reacciones nucleares.
Nuestro
Sol sí alcanzó la masa mínima y encendió su horno hace 5.000 millones
de años. El combustible es el hidrógeno, que al fusionarse produce
helio. El helio es un elemento cuyo núcleo contiene dos protones. Lo
realmente espectacular de esta reacción es que la masa de los núcleos
iniciales de H es ligeramente superior a la del producto final.
¿Dónde está la masa que falta? ¿Ha desaparecido? No, se ha transformado
en energía.
Por simplificar omití la presencia de neutrones (naranjas), ya que es el número de protones lo que define a los elementos (bolas rojas) |
Aunque
la diferencia de masa entre los átomos iniciales y el final es
insignificante, la energía liberada está definida por la famosa ecuación
derivada de la teoría de la relatividad, E=mc2. Esa ínfima masa, al ser multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado, 300.000.0002 m/s, se convierte en una barbaridad de energía.
Energía
que acaba llegando todos los días a nuestro planeta, moviendo el aire,
generando el ciclo del agua, siendo motor de vida.
Creo
que esta capacidad del Sol es más que suficiente como para estarle
agradecidas, o para que algunas quieran reconocerlo como única divinidad
útil. Pero la cosa no queda aquí: el Sol, como el resto de las
estrellas del Universo, es algo más que una central de energía nuclear.
Cuando
en el interior de las estrellas se crea helio, sus núcleos pueden fusionarse entre sí para formar
otros elementos químicos. De este modo tres núcleos de helio se
fusionan para dar un núcleo de carbono, mientras que un núcleo de
carbono con otro de helio originan un átomo de oxígeno, aumentando de
esta forma el número de combinaciones..
Es
así de sencillo, cada uno de los elementos que forman nuestros cuerpos y
nuestro planeta entero nació durante la vida o la muerte de una
estrella.
En
la fase principal de una estrella, cuando todavía es joven, su
producción de elementos no pasa del helio. Pero a medida que va
consumiendo el combustible de hidrógeno, la mayor densidad de núcleos de
helio fomenta la formación por fusión nuclear de otros elementos como
litio, carbono, nitrógeno, oxígeno, flúor, sodio, magnesio, aluminio,
fósforo, azufre, cloro, potasio, calcio, titanio y hierro.
Así
actuará nuestro Sol dentro de millones de años, pero a pesar de que en
la fase de gigante roja aumente su tamaño varias veces hasta engullir la
Tierra, seguirá manteniendo su estructura impidiendo la salida al
espacio de los nuevos elementos formados.
Sólo
en ciertas condiciones críticas una estrella revienta a lo grande en lo
que se conoce como supernova, pero cuando esto ocurre, las presiones y
temperaturas en el interior de la estrella son tan extremas que se
originan elementos más pesados que el hierro (con mayor número de
protones en el núcleo): oro, plata, mercurio, Iodo, platino, bario,
circonio, estaño, arsénico, cobre, bromo.
La
onda expansiva de la supernova expulsa violentamente los materiales
generados en el núcleo de la estrella al medio interestelar. Son las
famosas nebulosas planetarias, un espectáculo destructivo que lleva en su
seno el germen de los planetas y los satélites, del litio de nuestras
neuronas y el oro de los anillos. Con suerte, estas ruinas estelares,
formadas por hidrógeno que no llegó a consumirse y el resto de los
elementos, pueden acabar por constituir un sistema solar. El primero
condensándose en el centro, esperando el momento para convertirse en
estrella, y los segundos chocando entre sí hasta llamarse planetas.
Todos
tus pensamientos, tus esperanzas, la tierra que pisas, el aire que
respiras, la persona que amas.. fueron horneadas en grandes centrales
nucleares, en esos orgasmos cósmicos llamados supernovas. Somos polvo de
estrellas, como diría Carl Sagan.
Termino sin querer presionarte mucho, pero aún estás a tiempo de adorar al
verdadero dios, fuente de luz, dador de vida y muerte, el que resucita
en explosiones colosales. No es un dios barbudo, consciente, ni juzga ni
crea códigos morales. Bueno, ahora que lo pienso tal vez no deba caer en la categoría de divinidad. Es algo más simple y maravilloso, es la razón de que estemos aquí.
Izarren hausa - Polvo de estrellas, espectacular poema de Xabier Lete e interpretación de Mikel Laboa, con subitulos en castellano https://www.youtube.com/watch?v=I2XI8iC74d4
ResponderEliminar