Este va a ser un artículo bastante peculiar sobre la homeopatía.
Si bien no voy a defenderla, tampoco voy a iniciar una cruzada contra la charlatanería,
supersticiones mágico-religiosas o analfabetas científicas. Creo que a veces
desde el mundillo de la divulgación científica caemos en la condescendencia, en
mirar por encima del hombro a quienes no aprecian la “luz de la razón y la
ciencia”. Esa soberbia no causa otra cosa más que rechazo: la divulgación debe
tener menos de "Telecinco" y más argumentos, más formación, más
pedagogía, aunque perdamos en vistosidad. Por eso no voy a dedicarme a criticar
a nadie, sólo voy a hablarte de lo poco que sé. Y sé un poco de química.
Hace un tiempo llegó a mis manos este preparado homeopático,
rhus toxicodendron 15ch. Dicen que sirve para curar los dolores articulares y
diversos tipos de patologías cutáneas como psoriasis, herpes labial,
urticarias, etc.
La denominación del producto está en latín, y hace
referencia al nombre científico de la hiedra venenosa.
¿Hiedra venenosa para curar problemas en la piel? Suena a tortura china, pero va en la línea
de los principios de la homeopatía que estableció el médico sajón Samuel Hahnemann hace más de
dos siglos.
El padre fundador de la homeopatía llegó a la conclusión
de que la sustancia que provoca unos determinados síntomas en una persona sana,
puede curar a una paciente enferma con esos mismos síntomas. De ahí que recetara
hiedra venenosa para problemas cutáneos como herpes o dermatitis, polen contra
la rinitis alérgica o sal marina contra la deshidratación.
La idea es que al provocar de nuevo los mismos síntomas,
esta enfermedad provocada compite con la natural, desplazándola y permitiendo a
la “energía vital” recuperar su equilibrio.
Si bien todo esto puede parecer un poco peligroso, se
acaba resolviendo con facilidad a través del segundo gran principio de la
homeopatía, la ley de las dosis infinitesimales: Cuanto más diluido está el
preparado, más potente es. La agitación es un proceso clave en cada dilución,
fundamental para que el agua recuerde la estructura de la sustancia, como una
especie de memoria.
Me ahorro la opinión acerca de estos principios. Lo único
que voy a tratar aquí con cierto detalle es la cuestión de la cantidad de
sustancia, y para ello recurriré a los conocimientos teóricos y experimentales acumulados
desde el inicio de la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII.
Mira la siguiente reacción, es la oxidación de la
glucosa. Una molécula de glucosa reacciona con seis de oxígeno molecular para originar seis moléculas de dióxido de
carbono y otras seis de agua, además de una cantidad nada despreciable de
energía. Es la reacción clave en el proceso de respiración celular que ocurre
en las mitocondrias de nuestras células. Esta es la forma por la que los
animales obtenemos energía para sobrevivir, la única fuente de energía interna
que hasta el momento ha podido ser detectada y cuantificada..
En los laboratorios disponemos de frascos con diferentes
reactivos y el instrumento de medición más accesible del que disponemos es la
balanza, que mide masa. Es un error imperdonable pensar que un gramo de glucosa
reacciona exactamente con un gramo (o seis) de oxígeno. En una reacción química
se relacionan número de cosas, no sus pesos. Suspendida, ¡nos vemos en
Septiembre!
Para solventar este problema tenemos que conocer primero
cuánto pesan las moléculas de glucosa y oxígeno. Si vamos a la tabla periódica
observamos que arriba a la derecha está la masa atómica de cada elemento. Si
vamos sumando obtenemos la masa molecular (CO2 12+16·2=40), pero
resulta que está medida en uma (unidad de masa atómica), que es la doceava
parte de un átomo de Carbono, 1,66·10-27 kg, o expresado sin
potencias, 0,00000000000000000000000000166kg. ¿Te imaginas medir esto en una
pesa? Es una cantidad demasiado pequeña, tenemos que encontrar algo más
práctico.
Ahora es cuando la química recurre al famoso mol. ¿Qué es
un mol de una sustancia? Es la cantidad de sustancia que contiene 6,023·1023
partículas de esa sustancia, 602300000000000000000000, el famoso número de Avogadro.
Un mol de oro tiene 6,023·1023 átomos de oro, un mol de cafeína
tiene 6,023·1023 moléculas de cafeína, etc.
¿Cuánto pesa un mol? Un mol de una sustancia pesa en
gramos lo mismo que su masa atómica o molecular. Un mol de O2 pesa
32 gramos, un mol de glucosa 180 gramos. Esto ya son cantidades más manejables
para el típico instrumental de laboratorio.
Lo fantástico de todo esto es que si bien antes no
podíamos decir que un gramo de glucosa reaccionaba con un gramo de oxígeno, sí
que podemos decir que un mol de glucosa reacciona con 6 moles de oxígeno,
porque estamos relacionando partículas, no masas. Pero como ahora sabemos lo
que pesa cada partícula, sí que podemos establecer que 180 gramos de glucosa reaccionan
con 6·32=192 gramos de oxígeno. De esta manera las reacciones son completas y
medimos cantidades cómodas para el ser humano.
Después de este repaso a la química de Bachillerato (o
más bien de 3º de la ESO), volvamos a los tubitos de homeopatía. ¿Cuánta cantidad
de hiedra venenosa, polen o sal marina hay en esos gránulos? Por lo que se
desprende del segundo principio de las dosis infinitesimales, poco. ¿Pero cuánto?
Vamos a verlo.
El número que aparece al lado de las letras ch indica el
número de diluciones al que ha sido sometida una primera muestra de sustancia. Primero
coges el remedio y lo mezclas con 99 partes de disolvente (agua o alcohol), y
eso es 1ch. Si quieres hacer otra dilución, vuelves a separar una porción y la
vuelves a diluir en 99 partes de disolvente, obteniendo 2ch.
Vamos a entender esto con un ejemplo concreto. Por
razones de simplicidad elegiré el tubo de gránulos de natrum muriaticum..., el
cloruro de sodio, NaCl o la sal Trini de toda la vida, que para la multinacional
de la homeopatía Boiron es un remedio contra la deshidratación. El preparado
homeopático está a 15ch, igual que el de la hiedra venenosa.
Usando la tabla periódica tenemos que la masa molecular
del NaCl es de 58,44 uma, o lo que es lo mismo, un mol de NaCl pesa 58,44
gramos y contiene 6,023·1023 moléculas de NaCl.
Pues vamos a la cocina. Disolvemos 58,44 gramos de sal en
un litro de agua. Agitamos vigorosamente, estilo maraca, para potenciar el
preparado. A continuación cogemos un centilitro de esa disolución y lo diluimos
en 99 centilitros de agua. Es obvio que la cantidad inicial de sal se ha
reducido a la centésima parte, es decir, los 58,44 gramos ahora se han
convertido en 0,5844 gramos. Esta nueva disolución se llama 1ch.
En cada dilución la cantidad de sal se divide por 100 (o
102). Si queremos llegar a 15 ch hay que dividir 15 veces por cien,
es decir, 102 por 15= 1030.
Si inicialmente había un mol de sal, es decir 58,44
gramos, es decir 6,023·1023 moléculas de NaCl, después de diluir
hasta 15ch obtenemos 6,023·10-7 moléculas de NaCl que pesarían 58,44·10-30
gramos (basta con dividir 58,44 y 6,023·1023 entre 1030).
Sin potencias de base diez se entiende mejor: 0,000000623 moléculas de NaCl con
un peso de 0,00000000000000000000000000005844 gramos
Decir que hay una molécula de NaCl es lo mismo que decir
que no hay nada, pero si encima en lugar de una molécula tenemos menos de una
millonésima parte de una molécula es la nada más absoluta. Con esta disolución
fantasma impregnamos los gránulos de azúcar que serán finalmente ingeridos por
las pacientes.
Podemos decir lo mismo del extracto de hiedra venenosa o
del coctel de pólenes. Es prácticamente imposible que en los gránulos que son
impregnados con esas disoluciones exista un solo átomo o molécula de la
supuesta sustancia curativa.
Pero si sigues sin creerme, hasta la información del
tubito viene en mi ayuda: Un gramo de gránulos contiene 0.85 g de sacarosa y
0,15 g de lactosa (los excipientes), que obviamente suman uno. ¿Dónde está el extracto de hiedra? No hay, cero. Incluso los efectos secundarios te dicen que serían los derivados del consumo del azúcar de los gránulos, no de consumir una hierba tóxica...
Comparemos esta cantidad (o ausencia de cantidad) con las
de los medicamentos tradicionales. En una caja de paracetamol suele haber 500 mg,
medio gramo, de principio activo por pastilla. Incluso en una vacuna como la del
virus del papiloma humano hay 120 microgramos de sustancia, 0.00012gramos.
No te voy a contar nada más. Sobre homeopatía se ha
escrito mucho en internet con más o menos razón, con más o menos pasión. Yo
tengo muchas preguntas para las que creo que no dispongo de la información
suficiente: ¿qué pasa en las facultades de medicina y farmacia para que
organicen cursos sobre homeopatía?, ¿por qué una profesional de la medicina no
aplica los conocimientos químicos básicos que por formación académica debería
poseer?, ¿qué falla en el sistema de salud público para que cada vez más gente
consuma homeopatía? Alguna opinión tengo al respecto, pero tampoco te la voy a
dar. Ni siquiera el grueso de este artículo es una opinión, ha sido simplemente
la descripción de un hecho objetivo, que existirá más allá de lo que pensemos. Ojalá
te haya aclarado algo.
La cuestión es que los partidarios de la homeopatía dicen que ya saben que no hay ninguna molécula del principio activo. Ellos atribuyen su funcionamiento a la memoria del agua. Y ahí empezamos otra batalla.
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