jueves, 24 de noviembre de 2011

Vámonos pa Marte

Dicen que los niños pequeños tienen claras sus vocaciones desde muy pronto. Unos quieren ser futbolistas, veterinarios, otros policías… Haciendo memoria no logro recordar si yo quería ser algo de mayor… bueno, no les miento: lo más que deseaba era la llegada del sábado para ver dibujos animados en la tele.
Pero ahora que soy grande y he aprendido algunas cosas, lo tengo claro: Quiero ser astronauta y viajar a Marte. Pero antes de buscar en internet información sobre oposiciones para astronauta, les explico brevemente el por qué de mi fascinación por ese punto rojo brillante del cielo.
Monte Olimpo a la Izquierda y Valle Marineris abajo
En las pocas ocasiones que he ido con mi telescopio a realizar observaciones astronómicas, siempre me ha abrumado la potencia del brillo de Marte con respecto a los demás planetas y a las estrellas de la bóveda celeste. Esa luz rojo-anaranjada parece una hoguera consumiéndose, un San Juan marciano a cincuenta grados bajo cero… He visto imágenes del Monte Olimpo, el volcán más alto del Sistema Solar con 23.000 metros de altura, y el Valle Marineris, una grieta abismal que dejaría al Gran Cañón del Colorado al nivel del hueco que queda entre las baldosas del baño. Ares, un mundo grandioso y desolado, con zonas polares constituidas de dióxido de carbono congelado, impertérrito ante tormentas de arena que duran años, tristes barrancos y lagos secos que alguna vez llevaron agua por la superficie… Pero sobre todo, un mundo en el que pudo haber vida y en el que puede volver a haberla si el ser humano desarrolla la tecnología adecuada.

Todavía se intenta buscar en el planeta rojo formas de vida microscópicas y ultra resistentes, como las bacterias o las arqueas. Aguantan temperaturas extremas pero necesitan vivir con un mínimo de humedad. Lograr fotografiar una bacteria extraterrestre (o su fósil) sería el hecho más impactante en la historia de la humanidad, confirmando la idea de que somos una forma de vida más en el vasto océano del Universo.
Simulación de Curiosity en suelo marciano.
Para avanzar un poco más en esa dirección, el próximo sábado 26 de noviembre se lanzará rumbo a Marte una nave del tamaño de mi coche, pero más cara y fea, llamada “Curiosity”. Será mucho mayor que los otros tres rovers que han pisado suelo marciano, y contará con el instrumental más avanzado para analizar rocas y fenómenos meteorológicos, y buscará compuestos químicos relacionados con la vida. Básicamente su misión será conocer mejor el territorio marciano y así responder a las preguntas de si hay agua líquida, rastros de vida y si será viable habitar Marte en un futuro cercano.
Si piensan que estoy un poco zumbado por sentir asombro por Marte, sepan que no soy el único ni el primero. Los antiguos babilonios fueron los primeros que estudiaron los movimientos de los planetas, los griegos y romanos elevaron a Marte a la altura de divinidad, relacionándolo con el dios de la guerra (Ares para los griegos y Marte para los romanos).
Con el invento y perfeccionamiento del telescopio todo el mundo echó la mirada hacia Marte. Se vieron los polos helados, calcularon que su radio es la mitad de pequeño que la Tierra, se descubrió que la duración del día es casi la misma que en nuestro planeta y que tarda dos años en dar la vuelta al Sol. Se vieron las dos lunas de Marte, Deimos y Fobos, y se empezó a especular con la existencia de marcianos.
Se creía que los marcianos eran en muchos aspectos similares a los humanos.  Se hacían mapas mostrando océanos y continentes. El astrónomo italiano Schiaparelli creyó ver canales por toda la superficie de Marte y sugirió que podrían llevar agua desde las zonas polares a las más áridas del ecuador. Pura imaginación, que aunque falsa, propició un renovado interés de la sociedad y la comunidad científica por desentrañar los misterios del planeta rojo.
Pero la humanidad no se conformó con especular sobre cómo sería Marte. A pesar de estar a unos 340 millones de kilómetros de la Tierra, los Estados Unidos y la Unión Soviética lograron mandar satélites, sondas y vehículos que recorrerían el oxidado suelo marciano. Lástima que gran parte del desarrollo tecnológico que logró estos hitos se debió a la potencia armamentística que estos países (y la Alemania nazi) crearon para destrozarse unos a otros. Entre todas las armas, los misiles llegaron a ser tan potentes que se reutilizaron después de la II Guerra Mundial como cohetes para explorar el espacio exterior.
La era espacial había comenzado. El primer satélite en el espacio, el primer animal en el espacio,  el primer hombre en el espacio… Un auténtico  pique entre potencias que alcanzó su cima cuando el ser humano llegó a la Luna el 21 de junio de 1969. Pusieron la bandera estadounidense, comprobaron que la Luna estaba más desierta que Alcampo un domingo, y se preguntaron ¿y ahora qué?
Cara de Marte fotografiada por la Viking 1 en 1976
Ahora tocaba Marte. No existían los selenitas (habitantes de la Luna), pero seguro que había marcianos dispuestos a rendirse ante las hamburguesas americanas o el vodka ruso. Muchas misiones se acercaron a Marte, Mariner 4 en 1964 (USA) y Mars 2 en 1971 (URSS). Aunque las más famosas fueron las naves gemelas Viking, que a mediados de los 70 sacaron las mejores fotos de la superficie marciana en aquella época, incluyendo la polémica “cara de Marte”, una forma geológica que parecía construida por alguna civilización marciana.
Es raro, pero de los cuarenta y tantos intentos de enviar misiones a Marte, más de la mitad han fracasado. Parece existir una especie de gafe o una mano invisible que sabotea las naves, como si los marcianos quisieran que les dejáramos tranquilos.
Sojouner "golifiando" por Marte.
Pero a pesar de todos los impedimentos, la NASA logró colocar unos juguetitos en Marte. En 1997 amerizó “Sojouner”, un pequeño rover (un cochecito teledirigido de 10 kilos) que demostró la viabilidad de misiones de bajo coste, como un Ryanair interplanetario. Recorrió unos centenares de metros antes de perder el contacto con la Tierra y nos dejó unas impresionantes imágenes de Marte.
En 2003 se lanzaron dos rovers gemelos mejorados. Spirit y Opportunity aumentaban la autonomía y el instrumental científico, y no fue hasta este año (2011) que se dio por terminada la misión. Estos rovers evidenciaron la existencia pasada de un ciclo del agua en Marte, con lluvias y ríos como los que hay en la Tierra. También aportaron datos que avalan la existencia de una atmósfera más densa en el pasado.
La familia entera: Spirit, Sojouner y Curiosity.
Toda la información que han dado más de cincuenta años de exploración de Marte apunta hacia un mismo hecho: Las condiciones para el desarrollo de vida tal y como la conocemos en la Tierra se dieron hace millones de años en Marte, con agua líquida, una atmósfera más densa que la de ahora y temperaturas más benignas para la vida.
Un coctel precursor de la vida, cuyas señales todavía tratamos de hallar. Estoy seguro de que la humanidad no parará hasta encontrarla, existe en lo más hondo de nuestro ser el deseo de no ser los únicos en el Universo; nos da pánico sentirnos solos. A ver si Curiosity nos aclara algo...

1 comentario:

  1. Jajaja profe me gusta los primeros párrafos, y por cierto... Ya no puedes ser astronauta porque eres profesor, y sin ti las clases de naturales no son tan divertidas jajajaj

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