jueves, 8 de marzo de 2012

8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer

Hace 114 años en la ciudad de Nueva York murieron quemadas vivas 129 trabajadoras que se habían encerrado en una fábrica textil para protestar por los bajos salarios que percibían. Además trabajaban  más de diez horas diarias.

Desde entonces, cada 8 de marzo se celebra el día de la mujer trabajadora, y se seguirá celebrando hasta que no existan desigualdades de ningún tipo entre hombres y mujeres.

En la actualidad, en nuestro país, estas desigualdades entre sexos han disminuido: de un escenario en que la mujer no trabajaba y dependía en todos los aspectos del hombre, se ha pasado a una mayor integración de la mujer en el mercado laboral, con el aumento de independencia que ello genera.


Pero aún así no se ha conseguido la igualdad absoluta con respecto a los hombres en muchos aspectos. Esto es debido a que todavía persisten valores y comportamientos machistas heredados de épocas pasadas.
Desgraciadamente las estadísticas oficiales (sacadas de estudios del INE, Instituto Nacional de Estadística) muestran que todavía queda un largo camino por recorrer:
· Las mujeres tienen tasas de paro superior a los hombres.


·  Acumulan la mayoría de contratos temporales y a tiempo parcial.


· A un mismo trabajo, la mujer cobra menos salario (por diferencias de contrato, complementos, antigüedad, etc.).


· Los trabajos “de mujeres” suelen estar peor pagados que los “de hombres”. Comparen el sueldo de una limpiadora frente al de un obrero.


· Las mujeres siguen realizando en su mayoría las tareas del hogar, que junto con el trabajo fuera de casa conforman una doble jornada laboral.


· El cuidado de niños y ancianos recae sobre las mujeres, tendiendo que sacrificar en muchas ocasiones sus trabajos.


· Sufren violencia de género, siendo asesinadas muchas de ellas.


· Los estereotipos de género perjudican gravemente a las mujeres. La sociedad nos educa en que la mujer es vulnerable, dependiente, cuida de su familia, y es valorada por su aspecto físico más que por sus capacidades.


Podría seguir enumerando más desigualdades, pero prefiero hablar sobre un par de confusiones que perjudican a la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos.


Lo primero es que constantemente confundimos sexo con género. El sexo es un término que hace referencia a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, podría decirse que es un término más científico. Por el contrario, el género es una construcción social, que hace referencia a cómo se cree que deben de ser los hombres y las mujeres en un lugar y una época determinadas.


Lo explico con un ejemplo. Cuando la gente dice que llorar es de chicas confunde sexo y género. Una mujer es una mujer y punto. De sexo femenino. Pero como vivimos en una sociedad tan llena de prejuicios y estereotipos machistas, asociamos el llorar como un acto propio de mujeres.


¿Llorar es un acto exclusivo de mujeres? Yo soy hombre y he llorado muchas veces, y no me avergüenzo de reconocerlo. Mi sexo es masculino y creo que los estereotipos de género limitan peligrosamente a las personas. No creo que deba haber cosas (o sentimientos, o trabajos), de chicos y de chicas, simplemente deberían serlo de personas.


Otro ejemplo de cómo el género es una construcción social y cambia con el tiempo. Hace quince años los hombres no se depilaban las cejas ni las piernas, y hacerlo era considerado como algo “femenino”. En la actualidad los hombres se torturan con esta práctica estética y ahora es algo propio de lo “masculino”. El sexo no cambia, el género y los estereotipos sí.


La otra gran confusión que predomina en la sociedad viene del término “feminista”. Basta con comunicarse con un diccionario para salir de dudas. Las y los feministas no reivindicamos la superioridad de la mujer frente al hombre, si no la IGUALDAD de derechos entre ambos sexos. Como se suele asociar con la primera idea (dominación de la mujer), la gente no simpatiza con la palabra y considera el feminismo como lo contrario del machismo.


Por lo que me toca, yo soy feminista.


Cualquier persona con dos dedos de frente reconoce este tipo de injusticas, objetivas y reales, que ocurren contra las mujeres en todas las partes del mundo. Y seguramente piensa que hay que cambiar esta situación, que no puede haber discriminaciones sexistas en pleno siglo XXI. ¿Pero cómo eliminarlas?


No es tan fácil como promulgar una ley antitabaco o de matrimonio homosexual. ¿Cómo vas a poner una ley para que las ideas y los comportamientos de las personas no sigan los estereotipos de género? ¿Cómo la harías cumplir? Al ser un problema muy arraigado en nuestra cultura, la solución también ha de ser profunda, y debería empezar por los agentes transmisores de la cultura: La escuela, los medios de comunicación, etc.


En lo que a mí respecta, creo que en los centros educativos queda mucho por hacer. Desde que las niñas y niños entran con tres años, se les bombardea con lo que debe ser un niño y lo que  debe ser una niña. Los niños tendrán babis azules, jugarán con cochitos, no deberán llorar, les gustarán los deportes y las niñas con babis rosa, jugarán con muñecas, serán sensibles y vulnerables. Formamos hombres y mujeres como creemos que deben de ser.


No ayudamos mucho las personas que allí enseñamos. Reforzamos a todas horas los estereotipos de género de tal modo que los hacemos cumplir (el niño problemático frente a la niña estudiosa, por decir un ejemplo), y usamos un lenguaje totalmente masculino para dirigirnos al alumnado, ya sean chicas o chicos (decimos profesores, padres, alumnos, chicos, en lugar de profesoras, madres, alumnas, chicas, etc.).


Y lo peor de todo, hay muchos profesionales que enseñan y educan que NO reconocen que existan desigualdades entre hombres y mujeres, a pesar de ser hechos demostrados mediante estadísticas oficiales (vuelvo al INE). De esta manera, inconsciente o no, transmiten esa idea a sus alumnos, alejándolos de la igualdad en un futuro y perpetuando las diferencias.


Ustedes, alumnos (y alumnas…) que me conocen, saben cómo pienso. Creo que desde el colegio hay que acabar con los estereotipos de género. Debemos ver como algo normal una niña jugando al fútbol, un niño jugando con la barbie, un niño sensible, una niña bruta, un niño que quiere ser bailarín, una niña que quiere ser demoledora de edificios.  Así de mayores serán quienes quieran ser, libres y sin  prejuicios machistas que ahoguen nuestra sociedad.


Ojalá viva y pueda ver un mundo en que los sentimientos, los comportamientos, los trabajos, etc., sean patrimonio de las personas en general, y no de chicos o de chicas.

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