viernes, 22 de marzo de 2013

Profesores de la ESO, aún hay esperanza!


Anoche tuve el lujazo de asistir a la entrega de premios de un certamen de poesía, del cual una de sus ganadoras fue esta rubia (y a pesar de ello) brillante joven.

El riesgo de jugar a no saber si hablas en serio o en broma es que un día puedes confundirte para siempre. Tal vez use la ironía para ocultar lo que siento de verdad, para que la gente nunca llegue a conocerme.


Por eso quiero puntualizarte que los hombres de ciencia también nos conmovemos. Y lo expresamos de otras formas, o simplemente no lo expresamos. Hace más de dos años conocí a una chica (niña) desconcertante. La observé y estudié como si la pusiera al microscopio, pero no hubo manera.

Frustrado, miré hacia atrás y me di cuenta de todo lo que había aprendido de ella, de lo llevadero que se me hizo el trabajo durante el tiempo que la traté. Y todo ello a pesar de que sigo sin entenderla. Ahí va el poema ganador.

De las lágrimas, el amor y demás musas

Patricia Verstraete Déniz

Asola el invierno

 a mi alma desnuda

sus garras de hierro

 intentan arrancarla

llevarla a su tumba.

 Engaños la clavaron

ahí, entre las cenizas

 de antiguas flores.

Pero van a venir

 unos amaneceres

con más luz, y mejores.

Primaveras más verdes

 tal vez, menos sombrías.

 Y tu amor me cegó

como el anterior

 como los siguientes.

Con dolor me abandonó.

 Pero resucitaré

con el dolor y agua

con sacrificio y sombra

donde salgo y crezco

y rejuvenezco y nazco.

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