El pasado
martes 24 el Facebook del Parque Nacional del Teide hacía un llamamiento
público para que la gente no subiera al mismo. Con la llegada de la nieve, cientos de visitantes habían colapsado la carretera que atraviesa el Parque.
Así todos los
años, cuando el pueblo tinerfeño enloquece para “ir a la nieve”. Que existan volcanes colosales o ecosistemas únicos es algo más que secundario. Los coches aparcan
en la propia carretera, inmovilizando el tráfico amenizado con el ruido de
pitazos y la música a todo volumen.
Vasos plásticos de chocolate caliente tirados en la nieve sucia,
junto con restos de bolsas rotas de Mercadona
usadas como improvisados trineos.
¿Es así como
queremos disfrutar del Teide? ¿Cómo si fueran las rebajas de Enero? Sé que lo
que voy a decir es tabú para los
políticos que gobiernan, y más con las elecciones a la vuelta de la esquina: Es
necesario regular los accesos al Parque Nacional.
No hablo de
prohibir, ni de cobrar. Simplemente ordenar y planificar el número de
visitantes en épocas sensibles como las nevadas, cuando la
afluencia descontrolada de personas y coches causan daños en el ecosistema.
No es una
medida sacada de la nada, es como los permisos gratuitos que las oficinas del
Parque dan a las personas que quieren ascender al cráter del Teide. La
solicitud no cuesta dinero, y permite una buena gestión del lugar.
Porque debemos
combatir al “yo voy dónde y cuándo me dé la gana” con pedagogía, pero también
con normativa. No olvidemos que el principal fin de un Parque Nacional es la
conservación del patrimonio natural, además de la investigación científica y
los usos educativos.
Obviamente
también está para el ocio y el disfrute de las personas, pero con las
políticas actuales de “libertad total” estos objetivos también se frustran
debido a las consecuencias de la masificación, los colapsos, el ruido y la
basura. ¿Eres capaz de pasarlo bien entre semejante caos?
Debemos apostar
por un sistema de permisos gratuitos que permita el acceso al Parque a x
personas al día. Sólo así conseguiríamos alcanzar los objetivos por los que fue
declarado como tal.
Debemos educar
a los visitantes para que protejan los valores que atesora el Teide. Para que
aprendan que no es incompatible con el disfrute del mismo. Espero que algún día
la gente pueda visitar al Teide nevado, y disfrutar de su soledad, su silencio.
Su belleza.
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