martes, 26 de mayo de 2015

Pterosaurios, los reptiles que tomaron el cielo por asalto

Barricada en la Comuna de París. Marzo-Mayo de 1871
Cuando Carlos Marx hablaba sobre la Comuna de París, el primer gobierno obrero de la historia, reconocía a las trabajadoras la osadía de “haber tomado el cielo por asalto”. Duró muy poco el experimento social, fue eliminado brutalmente: primero por las bayonetas de las tropas de Versalles y finalmente por el silencio de los libros; de los dueños de las imprentas.

Del mismo modo, en la historia de la vida han existido protagonistas de primera y de segunda clase. Viajemos al Mesozoico, la era de los grandes reptiles, donde parece que sólo reinaron triceratops, tiranosaurios y velocirraptores. Las películas, los juguetes de nuestra infancia, así lo atestiguan.


Por eso resulta increíble que los primeros vertebrados que desafiaron insolentes la atracción gravitatoria y surcaron los cielos, los pterosaurios, hayan pasado de puntillas por el imaginario colectivo de nuestra sociedad. Aquí va mi modesto homenaje a estos grandes reptiles, parientes de los dinosaurios, que apenas han sido usados para decorar los paisajes en las recreaciones artísticas de esos tiempos remotos.

Recreación de Scaphognathus

El orden de los pterosaurios se separó del de los dinosaurios a finales del Triásico, aproximadamente hace 228 millones de años. Buscaron nuevos entornos donde no existía la competencia por el territorio o los recursos de sus primos terrestres, hallando refugio en árboles y zonas acantiladas.

Los primeros pterosaurios eran pequeños como gallinas, peludos, unos verdaderos acróbatas de los aires. Tenían dientes y largas colas probablemente con alguna función en la caza o la movilidad entre el ramaje de la jungla. Dentro de esta categoría se encontraban los géneros Scaphognathus o Rhamphorhynchus.

Recreación de Rhamphorhynchus

A lo largo de millones de años estos géneros primitivos fueron desapareciendo, dando lugar a otros con fisionomías distintas, predominando las especies grandes. Es a partir del Jurásico (200-150 millones de años) cuando aparecen los pterosaurios modernos, los pterodáctilos. Son los que más vienen a nuestro recuerdo: Gigantes de  picos arponados, sin cola,  con pintorescas crestas, largos cuellos…

Los fósiles de pterodáctilos empezaron a ser estudiados desde finales del siglo XVIII, y los paleontólogos de la época los ubicaron como reptiles acuáticos, confundiendo las grandes extremidades delanteras con aletas. Aunque hay consenso en que la mayoría de las especies eran de hábitos voladores, se cree que muchas especies  flexionaban las alas para desplazarse por el suelo, con un mecanismo de locomoción similar al de los actuales murciélagos.

Grabado del primer fósil hallado de Pterosaurio en 1784

Los pterodáctilos más conocidos y documentados son los pertenecientes al género Pteranodon. Hablamos de especies que alcanzaron los 6 metros de envergadura alar, habitantes de acantilados costeros que usaban las corrientes de aire para planear y mantenerse en vuelo sin apenas gasto energético. Se lanzaban en picado al mar recogiendo las alas para arponear tortugas, calamares y peces primitivos.

Réplica del esqueleto de un pteranodon
en el Museo Americano de Historia Natural
No podía terminar el artículo sin mencionar a las criaturas más grandes que jamás hayan surcado los cielos, las especies del género Quetzalcoatlus. Con más de 10 metros de envergadura, pasaban gran parte del tiempo en tierra, cazando peces en aguas poco profundas como ahora hacen las cigüeñas. Pero imagínatelas en vuelo, un grupo numeroso tendría la misma apariencia que una formación de avionetas de la primera guerra mundial. Increíble.

Recreación de Quetzalcoatlus alimentándose en tierra

Pero en fin, ningún asalto es eterno. La Comuna de París resistió 60 días; la toma de los cielos por parte de los pterosaurios duró algo más, 160 millones de años aproximadamente.

Cuando el famoso asteroide de Yucatán produjo la extinción masiva del Cretácico, hace 65 millones de años, apenas sobrevivían unas cuantas especies de pterosaurios. Por algún motivo fueron desapareciendo de los acantilados, de los lagos interiores.  Quién sabe la causa, tal vez los cambios ambientales producidos por la deriva continental, o puede que la competencia de un grupo de dinosaurios emergentes, las aves.

Recreación de pteranodones en vuelo
Tras la muerte del último pterosaurio, las aves se diversificaron y tomaron el relevo.  Este deseo, esta ansiedad por despegar, es lo que en biología se llama “evolución convergente”: Una misma característica o cualidad (en este caso tener alas o volar) se repite a lo largo de la historia natural en diferentes linajes de seres vivos, aunque no tengan relación entre sí. Libélulas, pterodáctilos, herrerillos y murciélagos han desarrollado alas a partir de estructuras primitivas totalmente distintas unas de otras.

Porque es inevitable, las ansias de asaltar los cielos son contagiosas.

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