Gemma: Tras esta pausa continuamos escuchando a nuestros oyentes, desde el mejor programa de la madrugada, tras las señales horarias de las dos y media de la mañana, una y media en Canarias. Damos la bienvenida a Antonio, ¿desde dónde nos llamas Antonio?
Antonio: Desde Tenerife, y Antonio es un nombre ficticio.
Gemma: Bueno Antonio, dinos qué te mantiene despierto a estas horas de la noche…
Antonio: A ver, estoy un poco nervioso, nunca había entrado en directo en tu programa. Todo comenzó hace unos cuatro o cinco meses. Pudo ser el sueño cada vez más ligero, o las ganas de orinar, pero la cuestión es que hace un tiempo me levanto de madrugada para ir al baño.
Gemma: ¿Esto te preocupa desde el punto de vista de la salud o hay algo más?
Antonio: Si, es otra cosa. Una noche encendí la luz del baño y me encontré un bichito moviéndose por el suelo en las cercanías del lavabo. En cuanto la luz se encendió se detuvo, y de alguna manera yo reaccioné deteniéndome también. Segundos después, mientras orinaba, retomaba su camino en forma de curvas ocultándose en un hueco entre las baldosas de la pared y las del suelo.
Gemma: Pero Antonio, no me digas que te refieres a una cucaracha, a mí me dan pánico esos bichos..
Antonio: No, es lo que coloquialmente se conoce como pececillo de plata, no pasan de un centímetro de longitud. La cuestión es que desde esa noche no hemos parado de encontrarnos en el baño. Las escamas plateadas de su cuerpo producen un brillo metálico, unos destellos, unas chispas de luz que dan al ambiente un aire fantasmal...
Con los días me acabé acostumbrando a su presencia, los observaba con detalle, los segmentos del abdomen, los apéndices a modo de cola. Ellos cumplían con su ritual: se paraban unos segundos, para dejarse examinar o examinarme (no lo sé), y antes de que pudiera terminar mi estudio desaparecían como pequeños fueguitos.
Gemma: Qué cosa más curiosa me cuentas Antonio, muchos oyentes nos hablan de encuentros furtivos que buscan en la complicidad de la noche, pero esta ¿relación? tan rara que tienes, perdona que lo diga con asombro, con un bicho, no parece muy común...
Antonio: Claro Gemma, pero la gente se extraña cuando no conoce. Van al monte y sólo ven plantas, sin preocuparse de sus nombres ni de saber su función o cualidades. Al principio el pececillo de plata no me resultaba ni valioso ni especialmente bonito, pero al cabo de una semana consulté un manual de zoología en la biblioteca municipal y descubrí cosas maravillosas sobre ellos. Es increíble, se alimentan de la silicona que usamos para sellar las baldosas del baño, pero también del pegamento con el que las hojas se unen en la base de los libros.
Gemma: ¿Silicona? Entonces no es como las cucarachas, que se alimentan de los restos de comida que dejamos...
Antonio: Si si, lo más fascinante de todo es que, junto con otra especie de molusco marino, es la única especie de animal capaz de digerir la celulosa, ya que sintetiza una enzima llamada celulasa que degrada este tipo de azúcar y así puede asimilarla como alimento.
Gemma: Pero yo tenía entendido que las vacas y las cabras eran capaces de digerir la celulosa...
Antonio: Los rumiantes pueden hacerlo, pero no por sí mismos, sino gracias a las bacterias de sus intestinos que hacen esa digestión por ellos. Pero el pececillo de plata lo hace sin intermediarios, en su genoma tiene codificada la información para poder comer... ¡papel!
Sin embargo, Gemma, el motivo de la llamada es el siguiente. Hace una semana me dio por cotillear algo de información sobre el pececillo, no sé, como cuando buscas el perfil de alguien en facebook, algo inocente, y…no sé cómo explicarlo...
Gemma: No te entiendo Antonio, ¿buscaste “pececillo de plata” en Google?
Antonio: Fue horrible, todas las entradas en google, salvo la de wikipedia, decían cosas horribles, los llamaban “plaga”, todo eran métodos para fumigarlos, exterminarlos, erradicarlos… No lo entiendo, ¿cómo un insecto que lleva en la Tierra desde hace 400 millones de años comiendo celulosa puede ser considerado un ser dañino?
Ahora no sé qué pensar, ya no me atrevo a levantarme por la noche… me aguanto las ganas de orinar hasta la mañana, cuando sé que ya se han ocultado. No sé si creerme lo que dicen esos artículos, yo creí que no nos ocultábamos nada… pero, ¿y si tienen una doble vida? ¿como Brad Pitt y Angelina Jolie en Sr. y Sra. Smith?
Gemma: Seguro que los oyentes que nos escuchan están igual de desconcertados que yo. ¿Te sientes engañado Antonio? ¿En peligro?
Antonio: Estoy desorientado Gemma. De la historia del Principito y su rosa a “Alien versus Predator”. Si hay algún entomólogo que pudiera llamar al programa y arrojar algo de luz sobre los pececillos de plata le estaría eternamente agradecido...
Gemma: Perfecto Antonio, tenemos que ir despidiéndonos para dar entrada a nuevas llamadas. Pedimos si hay algún psicólogo entre nuestros oyentes que pueda aconsejar a Antonio ante esta situación tan problemática, que no dude en llamarnos. Y Antonio, mucha suerte y sigue escuchando el programa.
Antonio: Entomólogo, no psicó… (cortan la señal telefónica).
Gemma: Un abrazo Antonio. Vamos con la siguiente llamada de la noche.
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